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Javier | Javier | |||||||||||||
Iñaki | Iñaki | |||||||||||||
Paco | Paco | |||||||||||||
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Me siento invadido por ti, Isabel. Por tus sensaciones, por tus sentimientos. Por esa tristeza que aflora de cada uno de tus versos. Estoy inmerso en tu mundo que ya no me es ajeno. Formo parte de él aunque no sé si yo formé en algún momento parte de ti. Quizás cuando revise cada uno de tus escritos encuentre una frase, una palabra, un verso pequeño dirigido a mí. Aún está sonando tu adagietto, no me extraña que escribieras cosas tan hermosas y tan tristes. Me invade esta música y tus palabras.
Estoy agotado, hundido. Cada vez más hundido. Me siento cada vez más hundido sin ti. Seguramente jamás pensaste en mi. Quizás cuando aquel día nos besamos te pareció insignificante y lo olvidaste al rato. Seguro que cuando ibas hacia Llanes y aquel camión invadió tu vida, no pensabas en mí. A lo mejor nunca me pensaste y yo estoy aquí como un estúpido llorando, como si realmente fuera tu viajero que tiene como el cielo los ojos. ¿Hay algo en toda tu memoria para mí? ¿Has guardado algo en algún rincón de tu memoria que me diga que soy yo del cual hablabas en la carta de tu funeral?
«... y el viajero que tiene como el cielo los ojos, y que está entre vosotros ¿me reconocerá?»
¿Y tú, Isabel, me reconociste en algún momento?
Busco como un poseso. Voy de archivo en archivo, abriendo y cerrando, abriendo y cerrando. Tengo que encontrar algo para mí. Tengo que encontrar algo, si no, abandono, ¡cierro este ordenador para siempre!, ¡y la puerta de tu casa!, y mis recuerdos. ¡Dime algo!, no me castigues con tanto amor que me es ajeno.
¡Las cartas!, tiene que haber algo en las cartas. Nada. Nada. Nada. Nada. ¡Nada! ¡Nada!
Miro el sobre, la carta de las claves. Estoy furioso. Hablo solo, grito. Meditación de Jules Massenet se me está clavando en el pecho. Tengo hormigueo en los dedos, ¡y en el labio superior!, es porque estoy llorando a gritos. Respiro a bocanadas. Si sigo así perderé el conocimiento, estoy hiperventilando mi cerebro. ¡Necesito una bolsa de plástico! Entro en la cocina, casi no veo, tengo los ojos inundados de lágrimas. Encuentro varias bolsas en un cajón. Me siento en el sofá y respiro dentro de la bolsa. En sólo un minuto me encontraré bien. Me encontraré bien.
Sí, ya estoy mejor. Me siento mejor. Respiro mejor. Está desapareciendo la sensación desagradable del labio y de los dedos. Me tumbo. Una de las gatas se sube a mi pecho y ronronea. Lo agradezco. Necesito compañía. La compañía de Isabel. Sus gatas, las que ella acariciaba. Las que se subían a su pecho cuando se tumbaba en este mismo sofá a relajarse, como yo. Ronronean las dos gatas, una sobre mi pecho, es pequeña; la otra sobre mis pies. Me ha dicho la madre que la pequeña se llama Towanda, como el grito que daba la protagonista de «Tomates verdes fritos» cuando estaba hundida y quería coger fuerzas para continuar... ¡Towanda!, ¡Towanda!
Me levanto. Vuelvo a sentarme en el ordenador. Estoy convencido, absolutamente convencido de que Isabel es mi mujer, y que yo soy el viajero que tiene como el cielo los ojos. Y con esa convicción, con la tranquilidad que te da el poder de la certeza, me meto de nuevo en su mundo, y reviso los nombres de los archivos, uno a uno. Y me da un vuelco el corazón, y río a carcajadas, así de fácil me lo ha puesto. Hay un archivo con mi nombre. ¡Javier! Pone. ¡Javier! Me tiemblan los dedos sobre las teclas. Me da miedo tocar no vaya a ser que lo borre, pero es imposible sólo tengo que dar al ENTER.
Querido Javier:
Espero algún día enseñarte esta carta para reír juntos, para que veas cómo supe desde el primer momento que eras tú el viajero que estaba esperando. Entre nosotros todavía no hay nada, casi nada. Un leve beso que nos dimos anoche. Leve pero tan inmenso como el mar de tus ojos, como el cielo de tus ojos. Cuando nos dimos ese beso podría haberte dicho, susurrándote al oído que te amo, porque ya te amo. Te he amado en mi espera de estos años desde que tuve la certeza de que existes. Te he amado en los amaneceres y en los crepúsculos; en los bosques y en los ríos; te he amado en mi soledad y en mi desaliento; en mi dicha y en mi regocijo; en mis sueños y mis vigilias; en mis tristezas y en mi llanto, en mi risa. He sentido tu presencia en los lugares más inesperados, en un teatro, en un concierto, y me he puesto de puntillas para reconocer tus ojos entre la multitud, y he querido gritar tu nombre aún desconocido, y me he sentido impotente y desfallecida. Pero ya te he encontrado. Lo supe desde el momento en que miré tus ojos y tú me miraste. Yo sé que sentiste lo mismo, porque ayer, teniéndome en tus brazos, tus manos acariciaban mi memoria, mi infancia, mi adolescencia. Me mantuviste así en un abrazo perpetuo de comprensión infinita, y posaste tu mejilla en mi mejilla, y buscaste mi boca, y uniste los dos volcanes, y nuestros hálitos de vida se intercambiaban esencias jugando a amarse como si fuera la primera vez, porque lo era, y no la última porque no lo será. Te amo viajero que tienes como el cielo los ojos. Ha llegado la hora de hacer recuento, de escribir mi propia historia, de volver a crearme y nacer para ti. Ha llegado la hora de AMAR con letras grandes. Cuando vuelva, viajero que tienes como el cielo los ojos, ¿me reconocerás?
Suena Air de Bach y tu voz. Y no tengo palabras. Sólo deseo soñar contigo. Me tumbo en tu sofá-cama y abrazo los cojines en los que reposabas tu espalda cansada. Y huelo tu perfume a rocío de violetas tempranas, y a margaritas, y a amapolas, y te sueño.
Copyright © | Edith Checa, 1995 |
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Por la misma autora | |
Fecha de publicación | Abril 1999 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n052-j12 |
Me llama sobre todo la atención, en una rápida, fragmentaria y desordenada (?) lectura, la nitidez del texto. La capacidad de los fragmentos para insinuar partes decisivas de la historia. Lo cuidado de la edición (para lo que se estila por estos pagos, un lujo). Y lo cercano de la experiencia que se narra.
Seguiría leyendo, pero son las 6:18 de la mañana; la lentilla de mi ojo izquierdo es como un pulpo mucilaginoso, y además, mañana (¿hoy?) tengo tareas... Pero prometo volver, para quedarme hasta el final. De momento, te (me) doy la enhorabuena: ha sido un placer descubrirte.
Hacía algún tiempo que no sentía la cercanía de una historia, y Edith me la ha hecho sentir, no sólo eso, sino la maravillosa sensación de que, afortunadamente, siguen existiendo pinceladas de innovación en este intrincado mundo de la literatura; un nuevo soporte no llega a ser innovador sin una historia que subyugue, y ésta lo consigue...
He leído esta novela dos veces, me impresionó muchísimo, hasta que he decidido traducirla. Soy rusa, vivo en San Petersburgo y estudio el español. La traducción casi la he terminado, lo único que quiero es que mi familia y mis amigos puedan leer esta novela también, porque de verdad que merece la pena hacerlo.
No había leído una novela de este tipo y me impresionó. Las tres historias se pueden leer perfectamente aparte pero creo que el orden sí se debe llevar y me parece que sería bueno que se aclarara eso al lector.
Me gustó mucho la manera de mostrar los sentimientos de cada uno aunque considero que se debió definir un poco mejor a cada personaje porque al final parece que hablan igual.
Es una excelente novela y me ayudó a pasar un día en mi trabajo mucho más constructivamente que otros tantos.
Estoy estudiando los hipertextos en profundidad para mi doctorado. Es una historia que empieza por el final, por la muerte de la protagonista y narra los sentimientos que produce esta muerte en tres hombres importantes en su vida. Bien, es un comienzo, cuesta mucho leer un hipertexto entero. Otro día más, dejo aquí lo que en un libro impreso sería mi separador.
Me gusta el formato y tamaño de letra que ha elegido la autora, es cansado para mis ojos anclados en la era Gutemberg leer en la pantalla del ordenador y este hipertexto es cómodo, también me gusta su narración poética y la traslación de meterse en el pensamiento de tres hombres importantes en la vida de una mujer. ¡Felicidades, a por otro hipertexto!
Psché, yo y mis amigos con unas copas de más en el sábado noche se nos ocurren historias mucho más originales de ésta, que tiene cualquier mérito menos la originalidad.
Realmente estuvieron buenas estas palabras. Qué ganas de haberle dicho esas palabras en el momento adecuado. Pero al fin las he encontrado y me he emocionado hasta las lágrimas. Creo que tomaré prestadas algunas frases que no supe decir en aquellos momentos. Seguiré leyendo.
Sencillamente extraordinaria. Me fascina la técnica de lectura no lineal, creo que a esto lo llaman hipertexto. Felicitaciones por todo.
En la última parte, la de Javier, he llorado como no lo hacía desde hace mucho tiempo. Tal vez porque me ha ido preparando emocionalmente con esos versos tristes durante todo el relato, desde Paco, pasando por Iñaki, hasta Javier... como si fuera el trayecto de una vida hacia la "felicidad". Muy buen relato.
Me gusta la forma con la cual el autor expresa cada idea, cada sentimento y cada sensación haciendo que el texto adquiera algo distinto a los demás y la forma en la cual se mezclan las ideas formando algo distinto.
Me gustó mucho ya que este tipo de lecturas son muy interesantes ya que no nada más vez la versión de un personaje si no muchos personajes mas. también es muy bueno ya que, puedes ver cualquier capitulo o fragmento y sigue teniendo el mismo sentido por que hablan de una idea central, que en este caso es la muerte de una persona, sea donde sea el capitulo que leas si le vas a entender, mientras que en los libros no puedes hacer eso. EXCELENTE!!!! ME ENCANTÓ EN VERDAD!!!!
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