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Javier | Javier | |||||||||||||
Iñaki | Iñaki | |||||||||||||
Paco | Paco | |||||||||||||
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Te lo dije, Isabel, aquel día bajo el chopo, soy un hombre problema, nunca me han ido bien las relaciones con las mujeres, soy un poco misógino, un hombre problema, y tú me acariciaste y me besaste y en un susurro...
«Calla, sé que me amas, lo supe en el momento en que te vi, supe y sé que estaremos juntos lo que nos quede de vida... Bajo el chopo, en la ribera del río, todas las brisas se fundieron en un tifón de perfume de rosas y mares. La ternura que surgió de nuestras manos pudo acariciar las sienes del planeta, mecer infinitas cunas de lunas y de estrellas, sanar lacras y ausencias. Bajo el chopo, en la ribera del río, un haz de luz de millones de cometas brotó de nuestros ojos y diseñó un sendero único y eterno, libre de miedos y quimeras. Bajo el chopo, en la ribera, abrazamos recuerdos de soledades, asistimos al funeral de zozobras y desesperanzas, y al parto de un sueño, un sueño que comenzó a llorar de dicha por nacer, y por nacer bajo un chopo en la ribera.»
¿Qué te he hecho? Con todo lo que me amabas, con lo frágil que eras, ¿cómo pudiste soportar mi desprecio?, mi asquerosa carta. Aquel domingo en El Pardo tuviste una de tus intuiciones pero te negabas a creerla. Luego me lo contaste, cuando ya éramos sólo amigos, esa mañana al levantarte te pusiste a escribir en el ordenador con una tristeza que no tenía causa aparente. Te embargaba una extraña melancolía. Tenías una sola imagen en tu cabeza, una chimenea que se apagaba, y te sentaste a escribir sobre ese fuego que se extinguía. Cuando entramos en aquel café de El Pardo, y viste la chimenea apagándose supiste que era el final, nuestro final y, sentada mirando aquellos rescoldos, casi sin voz, me lo contaste.
«Las llamas juegan al galanteo con los leños. Buscan ambos la explosión de los púrpuras más salvajes para crear un lienzo impresionista que desangre el néctar de su yugo. La oscilación de los cometas escarlatas hipnotiza el tedio del ocaso. Las horas pasan, y la flama nos sonroja y adormece. Es la hora del declive, la amalgama de los fuegos se está extinguiendo, sólo el rescoldo anodino envuelve con su tibieza nuestra destemplanza. Se ha eclipsado nuestra lumbre. ¡La luna nos abandona! Está gélido el ambiente. Se han parado los relojes.»
Estabas llorando.
«¿Qué pasa, Iñaki?»
Sin mirarte, porque no podía, te dije que yo nunca me había sentido pareja tuya, novio tuyo, nada tuyo; que quería que fuéramos sólo amigos y nada más. No podías hablar, no te daba tiempo a tragar tanto daño, a quitar de tus mejillas tantos ríos de lágrimas, te temblaban las manos, todo el cuerpo te temblaba; pero en un momento conseguiste respirar con un poco más de fuerza y pudiste decirme:
«Vámonos, por favor, vámonos.»
Saliste deprisa para que nadie viera tanto llanto, tanto dolor contenido que iba a explotar por algún sitio. Y caminabas hacia el coche, un paso delante de mí, encorvada, muy encorvada, con los brazos agarrando tu estómago. Pero, a medida que nos acercábamos, fuiste poco a poco enderezando tu espalda, más y más, hasta erguirte totalmente. Cuando llegamos te pusiste junto a la puerta, con la mano preparada en el picaporte, y me fijé: el rostro húmedo, pero tenso; la mirada triste, pero enérgica; los labios temblorosos, pero dignos. Nos metimos en el coche.
«¿Por qué no podemos seguir como antes?, yo sé que tú me quieres, que me has amado siempre desde el día que nos conocimos. ¿Cómo puedes decir que no te sientes nada mío con todo lo que hemos vivido? ¿Con los momentos tan maravillosos que hemos compartido?»
Y yo callaba.
«¿Por qué no podemos seguir como hasta ahora?»
«Isabel no me lo hagas tan difícil, por favor. Hay otras formas, podemos ser amigos, yo no valgo para tener una relación seria, podemos ser muy buenos amigos.»
«¡Amigos!, ¿amigos después de todo lo que he compartido contigo?, yo no puedo ser sólo tu amiga, ¿no lo entiendes?, ¡te amo!»
«No quiero que sufras, Isabel, no sufras por mi culpa. Cálmate.»
«¿Qué me calme?, te estás negando una posibilidad. Yo sé que podemos tener una relación magnífica, ¿por qué te la niegas?, ¿por qué te castras?, ¿por qué?»
Volvimos a llorar juntos, pero esta vez nuestro llanto no era de dicha.
«Se ha eclipsado nuestra lumbre, ¡la luna nos abandona!, está gélido el ambiente, se han parado los relojes.»
«¡Nunca volveré a verte!, ¡nunca! Llévame a casa. Te arrepentirás el resto de tu vida. Te arrepentirás de dejar lo nuestro, y el día que te des cuenta y quieras volver a mí a lo mejor ya es tarde porque te juro que mañana mismo comenzaré una nueva vida.»
Pero al día siguiente me llamaste para ser lo que yo quería que fueras, sólo amiga. Me dijiste que te habías pasado, que tú no eras tan poco razonable, y que no deseabas perderme. ¿Cuánto me has tenido que amar? Tú, que has dejado de hablar para siempre a algunos amigos porque te han hecho una putada y no te han pedido perdón, has venido a mí a disculparte para no perder las migajas que te ofrecía, mi amistad, una simple amistad después de todo lo que habíamos vivido.
Tengo tu cinta en mis manos, tu voz, tu cálida voz recitándome como siempre, con música, con algunos de los temas favoritos de Bach, de Mahler, de Massenet. Suena ya el inicio de las notas, no sé si es un nocturno de Chopin o un adagio de otro, nunca reconozco nada. Suenan las notas, es como si fueras a aparecer de un momento a otro. Quiero apagarlo pero estoy paralizado, no deseo oir, oir tu voz cuando eres ceniza es como profanar una tumba. Tu cuerpo dentro del ataúd, rígido, con un ramillete de margaritas en las manos, un poco de carmín en los labios amoratados, no, ni siquiera tienes ya cuerpo, eres polvo. Polvo tu risa y tus brazos, y tus manos, y tus ojos... No, tampoco, tus ojos no, ¿quién tiene tus ojos?, ¿quién tiene el mar del norte, el mar Cantábrico donde esparcirán tus cenizas? Donaste tus ojos, y tu corazón, donaste tus recuerdos, a mí, me los has donado para que haga con ellos lo que quiera, para que me ahogue con ellos. Soy receptor de tu desdicha. Donaste tu corazón pero no sirvió de nada, estalló por el impacto, dijeron, pero yo sé que estalló aquella tarde en El Pardo. Y tu voz, tu voz está aquí, ¡no puedes estar muerta, tu voz está viva! Me hablas, ¿quién ha puesto el cassette? ¡He sido yo! Estoy loco, me estoy volviendo loco.
«Ahora, cuando te miro, sé que sabes que puedo contarte historias con argumentos mágicos, regalarte versos de guirnaldas violetas, susurrarte con infinita ternura que te amo. Ahora, cuando te miro, sé que sabes que soy un mar de intensos colores en el que puedes bogar; que mis labios con olor a bosque, anhelan besar tu risa, tus silencios, tus tristezas. Ahora, cuando te miro, sé que sabes que mis manos sueñan acariciar las dunas de tu piel, que ansían arrullar tu cansancio y desvanecerlo, mecer tus letargos al alba, enlazarse con las tuyas y soñar.»
Copyright © | Edith Checa, 1995 |
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Por la misma autora | |
Fecha de publicación | Noviembre 1998 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n052-i07 |
Me llama sobre todo la atención, en una rápida, fragmentaria y desordenada (?) lectura, la nitidez del texto. La capacidad de los fragmentos para insinuar partes decisivas de la historia. Lo cuidado de la edición (para lo que se estila por estos pagos, un lujo). Y lo cercano de la experiencia que se narra.
Seguiría leyendo, pero son las 6:18 de la mañana; la lentilla de mi ojo izquierdo es como un pulpo mucilaginoso, y además, mañana (¿hoy?) tengo tareas... Pero prometo volver, para quedarme hasta el final. De momento, te (me) doy la enhorabuena: ha sido un placer descubrirte.
Hacía algún tiempo que no sentía la cercanía de una historia, y Edith me la ha hecho sentir, no sólo eso, sino la maravillosa sensación de que, afortunadamente, siguen existiendo pinceladas de innovación en este intrincado mundo de la literatura; un nuevo soporte no llega a ser innovador sin una historia que subyugue, y ésta lo consigue...
He leído esta novela dos veces, me impresionó muchísimo, hasta que he decidido traducirla. Soy rusa, vivo en San Petersburgo y estudio el español. La traducción casi la he terminado, lo único que quiero es que mi familia y mis amigos puedan leer esta novela también, porque de verdad que merece la pena hacerlo.
No había leído una novela de este tipo y me impresionó. Las tres historias se pueden leer perfectamente aparte pero creo que el orden sí se debe llevar y me parece que sería bueno que se aclarara eso al lector.
Me gustó mucho la manera de mostrar los sentimientos de cada uno aunque considero que se debió definir un poco mejor a cada personaje porque al final parece que hablan igual.
Es una excelente novela y me ayudó a pasar un día en mi trabajo mucho más constructivamente que otros tantos.
Estoy estudiando los hipertextos en profundidad para mi doctorado. Es una historia que empieza por el final, por la muerte de la protagonista y narra los sentimientos que produce esta muerte en tres hombres importantes en su vida. Bien, es un comienzo, cuesta mucho leer un hipertexto entero. Otro día más, dejo aquí lo que en un libro impreso sería mi separador.
Me gusta el formato y tamaño de letra que ha elegido la autora, es cansado para mis ojos anclados en la era Gutemberg leer en la pantalla del ordenador y este hipertexto es cómodo, también me gusta su narración poética y la traslación de meterse en el pensamiento de tres hombres importantes en la vida de una mujer. ¡Felicidades, a por otro hipertexto!
Psché, yo y mis amigos con unas copas de más en el sábado noche se nos ocurren historias mucho más originales de ésta, que tiene cualquier mérito menos la originalidad.
Realmente estuvieron buenas estas palabras. Qué ganas de haberle dicho esas palabras en el momento adecuado. Pero al fin las he encontrado y me he emocionado hasta las lágrimas. Creo que tomaré prestadas algunas frases que no supe decir en aquellos momentos. Seguiré leyendo.
Sencillamente extraordinaria. Me fascina la técnica de lectura no lineal, creo que a esto lo llaman hipertexto. Felicitaciones por todo.
En la última parte, la de Javier, he llorado como no lo hacía desde hace mucho tiempo. Tal vez porque me ha ido preparando emocionalmente con esos versos tristes durante todo el relato, desde Paco, pasando por Iñaki, hasta Javier... como si fuera el trayecto de una vida hacia la "felicidad". Muy buen relato.
Me gusta la forma con la cual el autor expresa cada idea, cada sentimento y cada sensación haciendo que el texto adquiera algo distinto a los demás y la forma en la cual se mezclan las ideas formando algo distinto.
Me gustó mucho ya que este tipo de lecturas son muy interesantes ya que no nada más vez la versión de un personaje si no muchos personajes mas. también es muy bueno ya que, puedes ver cualquier capitulo o fragmento y sigue teniendo el mismo sentido por que hablan de una idea central, que en este caso es la muerte de una persona, sea donde sea el capitulo que leas si le vas a entender, mientras que en los libros no puedes hacer eso. EXCELENTE!!!! ME ENCANTÓ EN VERDAD!!!!
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