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Javier | Javier | |||||||||||||
Iñaki | Iñaki | |||||||||||||
Paco | Paco | |||||||||||||
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Me cuida como una madre. Tiene gracia, no deja que me vaya a casa. Está empeñada en que me quede a dormir.
«No debes estar solo después de lo que te ha pasado».
Insiste una y otra vez.
«¿Por qué volviste a entrar en la iglesia? Estuve buscándote unos minutos entre la gente que aún permanecía despidiéndose. Al no encontrarte se me ocurrió entrar en la iglesia y te vi medio tirado cerca del cofre de las cenizas», lo dice asustada como si hubiera visto algo horrible.
«No pongas esa cara, que no es para tanto. He intentado explicarte ya cómo me sentí en la misa con la lectura de la carta, cómo me sentí después: una fuerza irresistible, imparable, me atraía hacia allí dentro. Las palabras de Isabel me han conmovido. Berta, no sé lo que me ha pasado, siempre me han dado miedo y asco los muertos. El solo hecho de pensar en venir al funeral me producía una desazón terrible. No lo he soportado nunca... Y además yo... amaba a Isabel.»
¡Lo he dicho!, ¡por fin lo he dicho!
Soy como un niño bajo la mirada alucinada de mi amiga; hablo y mientras lo hago a ratos me avergüenzo de mi inmadurez, de mis tonterías. Pero a ella no puedo negarle los hechos, es una buena amiga, y también lo fue de ella. Necesito que me hable de Isabel. Pero yo no dejo de hablar, le cuento, me cuento cómo la conocí hace un mes, aquí en su casa. He estado con ella sólo tres veces: el día de las diapositivas; dos días más tarde en casa de Mirian y en la cena de Pepe, cuando luego fuimos a bailar. La noche del baile, una semana antes de morir.
«Esa noche, Berta, mientras bailábamos, yo notaba que había algo que estaba creciendo entre los dos. Lentamente, muy lentamente. El primer día, aquí, me enamoré de su voz y de sus ojos, de su charla amable, de su risa, pero me dio miedo su carácter, su vigor, su energía, su firmeza, su inteligencia. ¡Si supieras cuánto me arrepiento de no haberme aproximado un poco a ella para conocerla mejor!; me arrepiento de colocarme ese típico parapeto para la defensa, esa coraza inexpugnable, desmedida, para que su risa no penetrara y me hipnotizara como una sílfide.
»La segunda vez que la vi, en casa de Mirian, ¿recuerdas, Berta?, el día en que hicisteis obras de teatro y leísteis cuentos. Ella leyó uno muy tierno en el que hablaba de su niñez..., de su calle que era un barrizal. ¿Te acuerdas?»
Se ríe, ¿de mí? Rebusca en el pequeño baúl que le regaló su hermano.
«Tengo muchas cosas de ella: cartas, poemas, tengo incluso ese relato que leyó aquel día.»
«Déjamelo todo, por favor.»
Me lo entrega con un poco de miedo.
«Tendré cuidado, es un tesoro que no voy a estropear».
Sonríe. Se fía de mí. Y, mientras acaricio cada página y leo por encima algún verso, posa sobre una de mis manos una foto de Isabel y me estremezco al verla. Y por tenerla cada vez más cerca, estando tan lejos.
«Dime Berta, ¿cómo la conociste?»
Poco ha podido contarme, está muy afectada a pesar de no aparentarlo bajo su aspecto de mujer resuelta y dura. Ha decidido ir a preparar la cena. Una excusa para no seguir. Se conocieron —qué envidia— hace diecisiete años. Estudiaron juntas la carrera. Isabel se casó muy joven, tan sólo tenía veintiún años. Era tímida y tierna. Dice que jamás conoció esa faceta que algunos le reprochaban, su brusquedad al decir las cosas. Dicen algunos que era poco diplomática, soltaba todo como lo sentía, sin pararse a pensar hasta dónde podía herir o hasta dónde metía la pata. Asustaba a los que no la conocían, pero sus verdaderos amigos no tomaban demasiado en cuenta su rudeza porque si se pasaba no tardaba ni un minuto en pedir disculpas, y si no las pedía era porque estaba convencida de poseer en ese momento la razón, y, hay que reconocerlo, habitualmente la tenía.
La cena ha sido magnífica por su sencillez, por la familiaridad con que me la ha presentado. Sólo pegaba algo así. El café completa la sensación acogedora que tengo. Estoy sentado en el mismo sillón que aquella noche, con la taza de café en las manos, observo el sillón donde estaba ella. También a Berta que está sumida en sus pensamientos. Ha pegado un gran cambio, un bajón. Esta tarde parecía serena, incluso a veces fría, pero ahora se le ha quedado un gesto de dolor en el rostro y por un momento me recuerda la imagen de una santa que vi alguna vez en un paso. Tan sólo le he preguntado «¿qué te pasa?», y es la señal que necesitaba para reventar un llanto contenido de días, para soltar las riendas del encabritado dolor que libraba una batalla consigo mismo, constreñido y limitado, en algún rincón secreto de su alma. La abrazo, y su llanto convulsivo me sumerge en el desgarro que siente, porque la amó, como yo pude amarla y no me atreví. Pero mi consciencia de esto, mi certeza de que yo la habría amado, igual o más, comprime también mi pecho hasta hacer reventar mi garganta con su nombre.
Copyright © | Edith Checa, 1995 |
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Por la misma autora | |
Fecha de publicación | Septiembre 1998 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n052-j05 |
Me llama sobre todo la atención, en una rápida, fragmentaria y desordenada (?) lectura, la nitidez del texto. La capacidad de los fragmentos para insinuar partes decisivas de la historia. Lo cuidado de la edición (para lo que se estila por estos pagos, un lujo). Y lo cercano de la experiencia que se narra.
Seguiría leyendo, pero son las 6:18 de la mañana; la lentilla de mi ojo izquierdo es como un pulpo mucilaginoso, y además, mañana (¿hoy?) tengo tareas... Pero prometo volver, para quedarme hasta el final. De momento, te (me) doy la enhorabuena: ha sido un placer descubrirte.
Hacía algún tiempo que no sentía la cercanía de una historia, y Edith me la ha hecho sentir, no sólo eso, sino la maravillosa sensación de que, afortunadamente, siguen existiendo pinceladas de innovación en este intrincado mundo de la literatura; un nuevo soporte no llega a ser innovador sin una historia que subyugue, y ésta lo consigue...
He leído esta novela dos veces, me impresionó muchísimo, hasta que he decidido traducirla. Soy rusa, vivo en San Petersburgo y estudio el español. La traducción casi la he terminado, lo único que quiero es que mi familia y mis amigos puedan leer esta novela también, porque de verdad que merece la pena hacerlo.
No había leído una novela de este tipo y me impresionó. Las tres historias se pueden leer perfectamente aparte pero creo que el orden sí se debe llevar y me parece que sería bueno que se aclarara eso al lector.
Me gustó mucho la manera de mostrar los sentimientos de cada uno aunque considero que se debió definir un poco mejor a cada personaje porque al final parece que hablan igual.
Es una excelente novela y me ayudó a pasar un día en mi trabajo mucho más constructivamente que otros tantos.
Estoy estudiando los hipertextos en profundidad para mi doctorado. Es una historia que empieza por el final, por la muerte de la protagonista y narra los sentimientos que produce esta muerte en tres hombres importantes en su vida. Bien, es un comienzo, cuesta mucho leer un hipertexto entero. Otro día más, dejo aquí lo que en un libro impreso sería mi separador.
Me gusta el formato y tamaño de letra que ha elegido la autora, es cansado para mis ojos anclados en la era Gutemberg leer en la pantalla del ordenador y este hipertexto es cómodo, también me gusta su narración poética y la traslación de meterse en el pensamiento de tres hombres importantes en la vida de una mujer. ¡Felicidades, a por otro hipertexto!
Psché, yo y mis amigos con unas copas de más en el sábado noche se nos ocurren historias mucho más originales de ésta, que tiene cualquier mérito menos la originalidad.
Realmente estuvieron buenas estas palabras. Qué ganas de haberle dicho esas palabras en el momento adecuado. Pero al fin las he encontrado y me he emocionado hasta las lágrimas. Creo que tomaré prestadas algunas frases que no supe decir en aquellos momentos. Seguiré leyendo.
Sencillamente extraordinaria. Me fascina la técnica de lectura no lineal, creo que a esto lo llaman hipertexto. Felicitaciones por todo.
En la última parte, la de Javier, he llorado como no lo hacía desde hace mucho tiempo. Tal vez porque me ha ido preparando emocionalmente con esos versos tristes durante todo el relato, desde Paco, pasando por Iñaki, hasta Javier... como si fuera el trayecto de una vida hacia la "felicidad". Muy buen relato.
Me gusta la forma con la cual el autor expresa cada idea, cada sentimento y cada sensación haciendo que el texto adquiera algo distinto a los demás y la forma en la cual se mezclan las ideas formando algo distinto.
Me gustó mucho ya que este tipo de lecturas son muy interesantes ya que no nada más vez la versión de un personaje si no muchos personajes mas. también es muy bueno ya que, puedes ver cualquier capitulo o fragmento y sigue teniendo el mismo sentido por que hablan de una idea central, que en este caso es la muerte de una persona, sea donde sea el capitulo que leas si le vas a entender, mientras que en los libros no puedes hacer eso. EXCELENTE!!!! ME ENCANTÓ EN VERDAD!!!!
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