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Fuera de lugar

Parte I

Carlos Almira Picazo
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Todo lo que veo me entristece.
Li-Bo
FUERA DE LUGAR
Antes paseaba con un libro en el bolsillo
o en la mano; luego fue tu mano
cálida, que palpitaba como una paloma.
A mi izquierda iban Carlos y Fernando;
a mi derecha, Nico y tantos otros;
bajábamos por la calle de San Juan de Dios,
una tarde como ésta, como todas,
tan fuera de lugar como la alegría.
He tenido libros, manos; nunca una manzana.
De repente las cosas se vuelven graves;
las caras se cierran; los pasos enmudecen,
en la misma luz dorada que ya nos bañaba entonces.
Lola, no me dejes nunca más pasear solo por aquí.
El mundo está lleno de huecos entrañables, y ya prepara el nuestro:
a mi izquierda Carlos y Fernando; a mi derecha
Nico y tantos otros, se han callado.
Sólo la tristeza tiene aquí su sitio,
en esta luz eterna y dorada.
ÍNTIMAMENTE
Cambian los ruidos de la casa
—dentro de poco hablarás solo—
pero ahora la casa cambió los juegos
por la música, y procura no entrar en el ascensor sola;
y, si alguna vez coincidís,
en vez de mirarte, calla avergonzada.
No hay vida más acá
de las paredes, tal vez más allá sí.
Y te dices que no quieres nada,
que tú ya has vivido lo tuyo;
pero la casa sigue viva a su modo,
como el barrio, la ciudad, el mundo entero,
en su viaje enloquecido a los verdes días.
Sonríes por tu hallazgo, y te secas los ojos.
1959
Quisiera estar en Madrid;
usar pañuelo de cuello;
frecuentar los billares;
tener una prima enamorada.
Todo lo que veo me alegra
—en el fondo, me entristece—
que pusieran en mi memoria
juguetes en vez de flores.
Sólo carreteras nacionales
—todas las autopistas y autovías
llevan, en el fondo, al mismo lunes—.
Y que alguien me olvidara
tras haberme abrazado mucho,
y prometido amor eterno.
LECCIÓN DE GEOGRAFÍA
Donde estoy ahora mismo
pudo haber pasado todo,
pero sólo transcurrieron días
idénticos unos a otros.
Por eso es el sitio más triste del mundo,
pero también el más alegre.
Es el único sitio
donde podría redimirme
mirando a los transeúntes
bajar de los autobuses;
e imaginarme que me voy con ellos
y que empiezo, con ellos, otras vidas
—todas mis vidas simultáneas
y sucesivas, inalcanzables,
como esta sombra que acaricio
desde hace cuarenta y cuatro años,
y que me robaron como un regalo—.
Es el único sitio
donde podría acariciar,
realizar lo imposible:
vivir aquí y ahora,
y allí y mañana, allí siempre.
Así que, aquí estoy,
encarnando al mundo entero
que pudo ser todas las cosas
pero decidió ser Carlos Almira,
y no una simple sucesión de minutos,
de caras, de palabras, de gestos iguales.
Después de mí no habrá más alegría,
ni menos tristeza, nunca más.
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Copyright ©Carlos Almira Picazo, 2010
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Fecha de publicaciónJunio 2010
Colección RSSTrasluz
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