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Quinto noctámbulo

Bernardo Casado Salas
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ANTES DE MUJER
Antes te dudó el aire.
Antes de mujer
pudiste acabar en cifra o en árbol,
en celebración de agua,
en sustantivo vegetal.
Pero acuerdos de carne y oleaje
trataron la simetría de tu espalda
que dobla extensiones de olor.
Quedaron dichos tus dedos
matemáticamente flor,
repetidos en la mañana hasta quinta vez,
pulsando lo que oigo del aire.
Se hizo un retrato
de ojos no académicos
y pájaros espaciosos,
cayó la barbilla humana del árbol,
y pudieron entonces contarse los días impares.
Te nombras mujer,
y has abierto la lenta tarde
de la arboleda loca.
CASA MÁS CIELO
La casa tenía tejados.
Hay árbol empujado hacia el cielo
que suena con números de viento.
¡Te regalo la era de los saltamontes,
y el sol complicado cítrico!
Cuesta abajo van los niños
peinados como el espliego,
saltan, citan a pájaro,
risa en pantalón corto.
En la casa de la cuesta
maduran las ventanas,
el pozo interpreta la geometría
de la luna hueca,
y el día está quieto en la escalera.
Corren los niños con música en las piernas
hacia el río restado,
y yo les quiero,
hace veinte años.
PALABRAS TUYAS
Conozco lo que de tu boca
organizado como animales azules,
beso que no es beso,
palabras mencionándome ciudad,
léxico dice puente, plaza,
cielo que pronostica noche,
dice andamos juntos.
Palabras tuyas también marzo,
y me hablas con tu voz
delicada domingo,
y transcurren medidas de tiempo anchas,
y transcurren duplicaciones de mar,
y pongo mis oídos en oírte.
Deletreas lo suave de los tejados,
sí opinas sobre alguna estatua,
y voz desde luego voz,
me nombra.
NOCTURNO
La mujer contó hasta
diez cielos azules,
vi sus labios moverse como palmeras,
y algunas veces me odiaba.
Por las noches huía a la
ciudad de los periódicos,
y yo escribía.
CARTA DIURNA A SHELLEY
Te confieso de mis pies esparcidos
y mi lengua dispuesta.
Hoy llueve sobre mi casa,
y el viento me ha roto la cintura
con su tacto de pájaro apaisado.
Hay niebla en Lecster,
donde bebimos aquel vino
líquido contagioso
en el que flotaba una bicicleta,
y me dijiste el muy amplio del océano.
Había árboles en voz alta,
y recuerdo andar con lentitud
de curva o dedicatoria
separando los barcos de los pronombres.
Entonces era asunto de octubre,
y nos despedimos.
ES DUDA EXTENSA SOBRE LOS NÚMEROS
Es octogonal el día
prometo del número seco,
que no puede nombrar árbol,
no puede mencionar la suma de amor tuyo,
ni hacer resultados en la
palma de la mano.
¿No es calcular, herir en el nombre?
No tengo números al lado de la barba
porque no sé mi edad,
ni usar lustros o decimales.
Números del osario y la saliva,
colecciones amaestradas
para supurar o mentir,
cuajar alguna respiración
o abreviar el mar.
Siento un dolor de números,
exacto en el hombro.
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Copyright ©Bernardo Casado Salas, 1997
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Fecha de publicaciónJulio 2001
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