—¿Sí?, ¿qué pasó? —se apresuró a preguntar Adolfo.
—Nada —respondió el juez—, resultado negativo. Ninguna prueba que tenga relación con los hechos denunciados.
Álvez había escuchado, su rostro traslucía un recuperado aplomo. La presencia tan intempestiva de esos hombres lo había perturbado, ahora todo volvía a la normalidad...
—Bien —concluyó el juez—, evidentemente no hay aquí indicio alguno. Lamento los inconvenientes que le hemos causado, doctor Álvez, suscriba este acta, por favor.
—Firmaré —manifestó el ginecólogo con un gesto de desagrado—, pero veremos qué me aconseja mi abogado, si con su disculpa es suficiente. Alguien me tiene que resarcir por el mal momento que me han hecho pasar... Todo por una denuncia absurda, increíble... Parece mentira, en este país se trata a los inocentes como si fueran ladrones. Mientras tanto, los verdaderos delincuentes andan sueltos...
Santini se acercó a la puerta y antes de salir, dijo:
—Doctor Álvez, me olvidaba. Le comunico que vamos a registrar el inmueble de la calle Belgrano nº 3012, séptimo piso A. Por supuesto, usted puede venir con nosotros...
—¿Qué tengo que ver yo con ese departamento? —exclamó el médico, afectado por una repentina palidez.
—No sé —dijo el juez—, si existe alguna relación, lo averiguaremos. No tiene obligación de acompañarnos. Si usted dice que no lo alquila, o no lo ocupa, puede quedarse aquí, ¿qué interés tendría en intervenir en la diligencia?
—¡No!, los acompañaré —expresó Álvez tratando de evitar un ligero tic en la parte izquierda de sus labios—, soy inquilino de ese departamento. Lo utilizo para aislarme cuando lo deseo y para actividades de índole privada. Es un abuso que también quieran concurrir a ese lugar, me causa mucho fastidio...
—Doctor Álvez —aclaró el juez—, yo cumplo con mi obligación, no haga mi tarea más difícil. Resérvese sus comentarios luego tendrá a su disposición todas las armas legales que le parezcan apropiadas. Mientras tanto, limítese a controlar que lo que consta en las actas que elaboraremos se adecue a la verdad... ¿Le parece bien?
—No es mi intención enemistarme con usted, doctor Santini, no quiero que digan luego que he obstruido a la justicia, pero se están excediendo...
—¿Entonces?, ¿qué piensa hacer? —interrogó el magistrado.
—Está bien, prosigan —aceptó Esteban Álvez—, yo los acompañaré, ¿podrían esperar a que haga una llamada telefónica?
Adolfo pensó que trataba de llamar a alguien de confianza, para que llegara primero que ellos al lugar de la diligencia, por eso comentó:
—Doctor Álvez, en la puerta de su departamento hay policías; ellos impiden la entrada de toda persona desconocida. Le rogaría que se apresurara, no está bien que los hagamos aguardar, ¿no le parece?
«¡Maldito gusano!», pensó Álvez mirándolo con desprecio, «¡con qué gusto le daría una trompada! En estas circunstancias, ¡no puedo!, lo mejor es que permanezca callado, pero este hijo de puta ya me las va a pagar...»
Llegaron al inmueble de la calle Belgrano, veinte minutos después. Los esperaba el policía que había cuidado la entrada y el doctor Carlos Guerrino. El secretario había venido directamente de la casa de Juana Artigas; Álvez les abrió la puerta. Su reducto tenía tres ambientes, un living comedor y dos dormitorios; solamente uno de ellos tenía alfombra, el resto de la unidad era de parquet, salvo la cocina y el baño que tenían piso de cerámica. Pusieron manos a la obra, registrándolo todo minuciosamente, lo primero que revisaron fue la heladera, que estaba vacía. A la media hora, ya se habían dado por vencidos, no habían encontrado nada. Álvez volvía a mirarlos con reproche; los acontecimientos parecían darle razón. Adolfo y Federico se sentían deprimidos al ver que todo su esfuerzo había sido en vano.
—¿Qué puede haber pasado? —le preguntó Adolfo a Federico—, ¿nos habrá mentido Estela Cáceres?, ¡esa desgraciada...!
—No le eches la culpa —contestó Lizter—, la caja fuerte existía, nos dio una llave, el departamento es real, ¿qué más pretendías de ella?
—Para mí, Álvez fue prevenido —expresó Adolfo Bernard—, no puede ser de otra manera. No encontramos ni un mísero papelucho, éste nos estaba esperando... Nos reventó, tenemos que reconocerlo...
Federico movió su cabeza en señal de aceptación y comentó:
—Puede ser, la cosa viene mal...
Santini se acercó a la puerta y les dijo...
—Doctores, nos vamos a retirar, aquí no tenemos nada que hacer... Hemos agotado el registro.
Se acercaron a la salida, el juez estaba muy serio, para él la investigación había sido un rotundo fracaso, éticamente no quedaba nada bien, podrían reprocharle que se había equivocado, que no habían sido suficientes los indicios considerados para allanar los domicilios. Todos opinarían que Burán había mentido; sin embargo, el juez intuía que la historia de Roberto era verídica, que muy difícilmente él se atrevería a inventarla. Cerraron la puerta del inmueble, caminaron hacia el ascensor y lo llamaron. Antes de entrar, el doctor Santini preguntó:
—Doctor Álvez, ¿usted alquiló el inmueble con todo su mobiliario?
—Sí, así es, ¿por qué?
—Por nada... ¿En qué fecha lo alquiló?, ¿tiene el contrato y el inventario a mano?
—Hace ya diez meses que lo ocupo, no firmé contrato —dijo Álvez—, el dueño es muy amigo mío.
—¿Qué actividad tiene su amigo?
—Es comerciante —respondió Álvez—, mayorista de artículos de limpieza.
—¿Viene a menudo aquí, doctor Álvez? —siguió interrogando el magistrado.
—No mucho, dos o tres veces por semana.
—Ya veo... Y dígame, ¿la alfombra también estaba?
—Sí —contestó Álvez—, ¿por qué lo pregunta?
—Me extraña —expresó Santini como pensando en voz alta—, parecía nueva, recién colocada... No tenía marca alguna, ni suciedad, no había diferencia de color, es una alfombra que no fue caminada... No sé, quisiera volver al departamento...
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Marzo 2001 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-78 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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