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Fecundación fraudulenta

Episodio 47

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande

—Mire... Mirá... ¿Me permitís que te tutee, verdad?, tengo edad suficiente como para darme esa licencia.

—Desde luego, doctor, es un gusto —dijo Roberto sonriendo.

—Bien, con respecto a la insolvencia que proponés, te recomiendo que operes con sumo cuidado. No está mal tu razonamiento, pero creo que no debés menospreciar la inteligencia de tus enemigos. Ellos deben estar en este mismo momento analizando tu situación patrimonial pendientes del más mínimo cambio. Deben haber cursado oficios al Registro de la Propiedad, obtenido informes. Sin duda, también estarán planificando la traba de medidas cautelares sobre tus pertenencias. Si esta gente actuara de otra manera, sería estúpida, lo que sería inocente de nuestra parte suponer. Alguien que pudo diagramar la satánica estrategia que debemos enfrentar, podrá tener mil defectos, pero difícilmente la estupidez sea uno de ellos. Si te ponés en campaña para liquidar tu patrimonio, no solamente los impulsarás a embargarlo, sino también a tomar medidas extremas. El riesgo de que traten de matarte sería mucho más grande. Habiéndose ya comprometido en este turbio negocio, no creo que cejen fácilmente. Las medidas cautelares que ellos pueden peticionar tendrían que guardar proporción con el importe de la cuota alimentaria que, hipotéticamente, le tendrías que pasar a tu hijo hasta que cumpla veintiún años. En consecuencia, el monto implicado es relevante. Durante el lapso de su minoridad, tendrías que hacerte cargo de doscientos cincuenta y dos mensualidades. Si partimos de una asignación de dos mil dólares por mes, el importe que ellos tendrían derecho a embargar alcanzaría a la suma de quinientos cuatro mil dólares. Considerando la cuantía de tu fortuna, no sería nada extraño que establecieran en concepto de cuota la cifra de dos mil dólares, o aun más. No es común la fijación de sumas tan elevadas, pero tampoco que el alimentante sea tan pudiente como vos. Con esto, te quiero decir que la disipación de tus propiedades, no es la panacea. Te llevaría tiempo; tendrías que resignarte a malvender, se aprovecharían de tu urgencia, de tu estado de necesidad. Si te ponés a hacer cálculos, comprenderás que un importante porcentaje de tu capital se perdería en la operatoria. Por otra parte, cuando vean que se produce un despilfarro, que desaparecen inmuebles sin que exista la contrapartida de un ingreso tangible, concreto, podrían acusarte de prodigalidad. Las normas del código civil permitirían que el hijo de Juana Artigas, representado por ella, pida tu inhabilitación judicial.

—No había pensado en esta posibilidad —expresó Burán—, no recuerdo bien cómo era la figura.

—Es bastante simple —dijo Bareilles—, si se prueba que estás dilapidando tu fortuna, que ya has vaciado una parte importante de tu patrimonio, el juez puede inhabilitarte, calificándote de pródigo. En dicho caso, se procede al nombramiento de un curador, sin cuya conformidad no podrías disponer de tus bienes. Solamente quedarías autorizado a realizar actos de administración, siempre que el juez no te haya prohibido, además, alguno en particular. Como verás, Roberto, el panorama no es tan sencillo. Te recomiendo que medites sobre esto.

—Está bien, reconozco que no es fácil, comprendo que habrá contratiempos, pero no veo otra forma de cubrirme. También podría aparentar ventas, escriturarle a algún amigo, si bien es más arriesgado; de ese modo podría concretar todas las operaciones rápidamente.

Bareilles movió la cabeza negando:

—Eso sí que no te lo aconsejo, muchacho... Puede llegar a resultar catastrófico. Siempre que se utilizan testaferros, que se falsea la verdad, ella aflora inevitablemente, como por arte de magia. ¿Sabés que es lo primero que haría esta mujer? Te lo diré: pedirá la nulidad de las transferencias invocando una simulacion ilícita, formulando paralelamente denuncias penales. Te verías complicado en un problema criminal, a la par que en un juicio civil. Con esa actitud, lo único que conseguirías es beneficiar a Allegri, a quien le darías la posibilidad de seguir ganando plata con otros jugosos pleitos. Si una vez vaciado tu patrimonio, ellos pidieran la declaración de tu quiebra, correrías también riesgos muy grandes. En el proceso concursal, sería más fácil que se declararan inválidas las ventas con respecto a los acreedores, entre los cuales estaría tu hijo. Las transmisiones de tus propiedades caerían dentro del período de sospecha. Se presumiría el conocimiento de tu insolvencia por parte de los ocasionales adquirentes. Casi con seguridad, puedo decirte que esas transferencias de dominio podrían invalidarse. El mayor inconveniente de fingir la disposición de los bienes es que puedan obligar a tus amigos, falsos adquirentes, a restituir todas las pertenencias al concurso, en beneficio de tus acreedores. Entre ellos, se favorecería tu hipotético hijo, representado por Juana Artigas. Es mucho mejor vender de verdad, ya que si anularan la operación, a lo sumo se perjudicaría al que te compró, pero vos ya te habrías metido la plata en el bolsillo. Como ves, este sintético panorama no es nada alentador. Repito, esta solución puede ser un salvavidas de plomo... No sé cuál será tu idea sobre el punto.

—Sí, es cierto —reconoció Roberto—, el mejor consejo que se le puede dar a quien pretende insolventarse es que liquide su patrimonio realmente. Pero algo tengo que hacer; piense, doctor, otras mujeres pueden ser fecundadas y multiplicarse los reclamos. Álvez es capaz de cualquier cosa.

—Comprendo lo que decís, no creas que no me doy cuenta de que tus temores son fundados. Así y todo, tengo la impresión de que a este médico, no le va a interesar mucho desperdigar tus espermatozoides. Pensemos un poco: tiene que encontrar mujeres dispuestas a quedar embarazadas de un hombre desconocido, por mero interés económico. Esto en sí no es nada fácil: tener un chico es algo que todavía, por suerte, se considera importante. La psicología femenina es muy compleja; estoy seguro de que Álvez la conoce aún mejor que yo. El peligro de estas contrataciones es enorme. Este ginecólogo sabe que lo que hoy pacta con una muchacha, mañana puede ser radicalmente desvirtuado. Cuando una hembra siente en su vientre algo que crece, lo califica naturalmente de propio, su instinto, el atávico sentimiento de la maternidad, se impone generalmente a todo lo racional. En estas circunstancias, resulta difícil, sino imposible, controlar la actitud de una madre. Para Álvez, sería como caminar sobre terreno cenagoso. Urdió una intrincada trama para embarazar a Juana Artigas, ¿no te pusiste a pensar por qué?

—Sí, creo que por varias razones, en primer lugar, porque me conocía personalmente, habíamos salido antes. En segundo lugar, supongo que debe gozar de su confianza...

—Ahí debe estar la clave, vos me explicás en tu carta que se trata de una dama fría y calculadora, muy lúcida e inescrupulosa. Me sintetizaste todos los elementos que componen la personalidad de una estafadora. Álvez eligió bien a su cómplice, pero apostaría a que entre ellos existe un vínculo estrecho, muy íntimo. La idiosincracia de Álvez, por lo que vos me has comentado, lo hará obrar prudentemente, con suma desconfianza; no lo veo propenso a embarcarse en aventuras judiciales y alianzas múltiples. Si él obrara así, se arriesgaría a desvirtuar la historia que ha fraguado, a restarle credibilidad. En este momento, cualquier persona puede convencerse de la verdad y de la justicia del planteo que hace Juana Artigas. Adopta la imagen de una pobre mujer que ha sido seducida y preñada. Pregona que busca la protección de los derechos de su futuro hijo y asegurar su sustento. Es el símbolo de la pobre señorita abandonada, frente a la del hombre poderoso. Una cenicienta sin príncipe, usada como objeto para satisfacer los bajos instintos de un millonario. Dentro de este esquema, nuestros enemigos tienen todas las de ganar. Pero si por avaricia te presionan demasiado y, para aprovechar la carga seminal que tienen guardada, intentan otros embarazos, su posición no será tan cómoda. Los jueces no son ingenuos, advierten la realidad subyacente, tratan de sentenciar basándose en ella.

—Sí, está bien, doctor Bareilles, pero no me va a negar que si se promovieran otras demandas en mi contra, la situación sería delicada. Así como ahora se me acusa de preñar a una mujer, se podría afirmar que soy un desaforado sexual, que dejé embarazadas a varias más. Las pruebas biológicas darían resultado positivo, lo único que podría oponer es mi palabra.

—Yo no estoy descartando esos riesgos —acotó el anciano jurista poniéndose pensativo—; simplemente estoy evaluando la situación en su conjunto. Nosotros podemos enfrentar de diversos modos esta situación. Uno de ellos se correspondería con lo que vos decís. Siguiendo una estrategia simple, pero de máxima seguridad, venderías todos los bienes. Pero no podemos plantearnos esta probabilidad como si fuera realizable en el corto plazo y de modo conveniente. Yo estoy haciendo hincapié en las dificultades que encontrarás, a la par que analizando las que hallará Álvez si pretende inseminar a otras hipotéticas reclamantes. Lo que te digo es que el esquema que él ha montado tan cuidadosamente perdería equilibrio. No aumentarían sus posibilidades de lucro en la misma medida. Al contrario, cuanto más disemine tu esperma, más personas estarán involucradas y más fácil será que alguna de ellas confiese o se independice. Álvez no puede ignorar que el sentimiento maternal jugará en su contra. El miedo a perder la tenencia de la criatura podría hacer trastabillar a más de una de sus colaboradoras. Por otra parte, vos estarías en condiciones de utilizar tu poder económico para disuadirlas, contrarrestando globalmente el plan en tu contra. Si Álvez quisiera implicar a más gente, ya te lo habría hecho saber, te habría amenazado antes. No lo ha hecho, porque sabe que te estaría empujando a una conducta desesperada, que provocaría tu insolvencia y podrías llegar incluso, a atentar contra su vida. Por otra parte, la imagen que daremos ante la justicia, si vaciás tu patrimonio, no será nada favorable. No vas a poder representar ante el juez el rol de víctima que te corresponde. Además, tendrás pendiente como una espada de Damocles la amenaza de más acciones judiciales por simulación, fraude, daños y perjuicios, prodigalidad. No me gusta... Toda batalla compromete nuestras decisiones. Es menester adoptar una táctica específica y continuarla firmemente, hasta que lo coyuntural haga aconsejable un cambio. En este punto, vos estás en una encrucijada: frente a las tropas enemigas, debes optar por una estrategia, sólo los resultados te dirán si fue la apropiada. Para resolver, hay que considerar una multiplicidad de circunstancias. Yo por ahora, encararía la situación sin insolventarme. No obstante, buscaría disminuir mi patrimonio, pero de manera prudente, aguardando que las ofertas de compra sean equilibradas. Mientras vos estés vivo, la ofensiva económica que ellos pueden desplegar compromete solamente el valor de las cuotas alimentarias que como padre deberías pagar, no todo tu capital.

—Ya les he hecho llegar un mensaje por intermedio de Allegri; les he dicho que si algo me pasa a mí o a mi hija, que se despidan de este mundo. Y créame, doctor, lo dije en serio, no puedo permitir que lucren con nuestra muerte.

—Ni me comentes sobre ese tema, digamos, extrajurídico... De todas maneras, aunque comprendo tus razones, no necesito estar informado al detalle. Me basta con saber que le has comunicado a Álvez que respete ciertos límites. Hay algo más que podés hacer. Para evitar que Julieta pueda verse perjudicada económicamente si vos fallecés, te aconsejo que contrates un seguro en dólares a su favor. Con una inversión muy relativa, podrás garantizarle una suma importantísima para el caso de tu deceso. Hay compañías muy serias, yo te puedo indicar algunas. Sería conveniente que el tomador del seguro sea otra persona, cualquier amigo tuyo que lo contrate en beneficio de ella. Así evitarás que Juana Artigas, reclame algún derecho sobre las sumas que se vayan abonando en concepto de prima. Las aseguradoras no tienen posibilidad de averiguar que estás sometido a un riesgo superior al normal. Espero que tu hija no tenga que gozar nunca de las ventajas de esta reticencia, ya que implicaría que te has ido para siempre. Otra cosa que podés hacer es testar a favor de tu chica, Julieta se llama, ¿no? Bien, podés disponer del veinte por ciento de tu herencia libremente, sin que tu supuesto hijo fraudulento pueda decir nada. Te recomiendo que redactes un testamento...

—Había pensado hacerlo, doctor Bareilles...

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Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
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Fecha de publicaciónEnero 2001
Colección RSSNarrativas globales
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