«Debo razonar, no puedo perder el control», se ordenó Alicia, «Mabel depende de mí, no puedo abandonarla... Después de todo no le voy a hacer daño a Roberto: sólo le ocultaré algunas cosas por necesidad; es sólo para ayudar a una moribunda, Álvez no me pudo mentir... Espero que sea verdad, ruego al Cielo que así sea.»
Ante el silencio de la muchacha, Roberto insistió con su pregunta.
—No me contestaste. ¿No sabés lo que quisiera hacer ahora? ¿Tenés miedo de responderme, o no imaginás lo que quiero hacer?
—Sí, Roberto, me imagino; creo que vos te das cuenta de lo cercana que me siento a vos, ¿me equivoco? —expresó tomándole la mano.
Burán sonrió conmovido y, besando la mano de ella suavemente, musitó:
—Vamos Alicia, no te preocupes que no te voy a presionar; quiero que actúes con espontaneidad y tranquila, ¿está claro querida?
Ella asintió con un leve movimiento de su cabeza; luego salieron del restaurante abrazados, unidos por la conciencia plena de que iban a fundir sus almas y sus cuerpos, a repetir una historia de amor mil veces narrada. Pero pese a esta aparente falta de originalidad, ellos sentían ser los primeros y únicos que vivían una emoción semejante. Como diría el poeta: «creían que habían inventado el amor». Era hermosa esta convicción que dinamizaba el recién nacido idilio, inundándolo de mágico entusiasmo. Alicia oscilaba permanentemente entre el encantamiento y la angustia; le costaba mantener el equilibrio. Cuando se abandonaba espiritualmente, se veía frente a Roberto como una adolescente enamorada, deseosa de aislarse con su amado. Su misión era terrible. ¿Sería una ilusión su enamoramiento? Quizás fuera una artimaña de su inconsciente para engatusar a su víctima. No sabía aún de qué manera podría cumplir su cometido; se asqueaba de sí misma, varias veces cruzó por su mente la idea de contárselo todo a él.
«Si se lo digo se horrorizará», pensó, «Mabel quedaría desamparada nuevamente, debo pensar en ella; lo demás es secundario, no tengo que preocuparme más por Roberto, debo recordar que no sufrirá por mi culpa, después de todo gozará acostándose conmigo... Si le digo la verdad sería desastroso; tampoco puedo irme, sería imposible ahora; ¡si supiera esto la pobre Mabel! No puedo hacer otra cosa, mejor no darle tantas vueltas al asunto». «¿Y si no juntara la esperma?, ¿y si le ocultara todo a Roberto?», siguió imaginando, «en ese caso, continuaría viéndolo como si nada hubiera pasado; él jamás podría enterarse de que nuestro encuentro estuvo arreglado de antemano, así sería perfecto. Pero, ¿cómo hago con el problema de Mabel?, no hay caso, esto no tiene solución, no me puedo dar el lujo de vacilar...»
El recuerdo de su desesperada hermana borró sus últimas dudas; el embarazo evolucionaba, cada día el peligro era mayor, había demasiado en juego.
Fueron a un hotel para parejas, cercano al cementerio de la loma, uno de los más lujosos de Mar del Plata; antes de entrar, Alicia hizo un esfuerzo diciendo:
—Te aclaro que no tengo ningún tipo de protección: puedo quedar embarazada, estoy en el peor momento...
Roberto comprendió que tuviera temor pero se sorprendió: estaba acostumbrado a que las mujeres tomaran sus recaudos de otra forma, que usaran espiral o tomaran pastillas anticonceptivas. De todos modos, no le disgustó que Alicia le avisara que existía peligro, más bien lo tomó como una demostración de responsabilidad de su parte. Contestó despreocupado:
—Está bien, chiquita, ¿te parece suficiente con que me cuide?, podría alejarme de vos cuando llegue el momento decisivo, vos entendés, ¿no?
Sugería así Roberto que podía eyacular fuera de su cuerpo. Pero Alicia, lógicamente, no podía aceptar tal propuesta. Le contestó:
—No, Roberto, perdóname, pero de esa manera estaré muy tensa durante todo el tiempo; tengo terror a quedar encinta, lo lamento, sé que parece estúpido pero te ruego que uses un profiláctico.
A Roberto no le agradaba nada «encorsetar» esta oportunidad que avizoraba como magnífica; hubiera deseado algo distinto, más natural, menos sujeto a condicionamientos, pero comprendió que las circunstancias lo obligaban a tomar precauciones.
—Está bien, querida —manifestó él—, lo pediré en la administración.
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Noviembre 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-17 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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