https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
17/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 16

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande

«Debo razonar, no puedo perder el control», se ordenó Alicia, «Mabel depende de mí, no puedo abandonarla... Después de todo no le voy a hacer daño a Roberto: sólo le ocultaré algunas cosas por necesidad; es sólo para ayudar a una moribunda, Álvez no me pudo mentir... Espero que sea verdad, ruego al Cielo que así sea.»

Ante el silencio de la muchacha, Roberto insistió con su pregunta.

—No me contestaste. ¿No sabés lo que quisiera hacer ahora? ¿Tenés miedo de responderme, o no imaginás lo que quiero hacer?

—Sí, Roberto, me imagino; creo que vos te das cuenta de lo cercana que me siento a vos, ¿me equivoco? —expresó tomándole la mano.

Burán sonrió conmovido y, besando la mano de ella suavemente, musitó:

—Vamos Alicia, no te preocupes que no te voy a presionar; quiero que actúes con espontaneidad y tranquila, ¿está claro querida?

Ella asintió con un leve movimiento de su cabeza; luego salieron del restaurante abrazados, unidos por la conciencia plena de que iban a fundir sus almas y sus cuerpos, a repetir una historia de amor mil veces narrada. Pero pese a esta aparente falta de originalidad, ellos sentían ser los primeros y únicos que vivían una emoción semejante. Como diría el poeta: «creían que habían inventado el amor». Era hermosa esta convicción que dinamizaba el recién nacido idilio, inundándolo de mágico entusiasmo. Alicia oscilaba permanentemente entre el encantamiento y la angustia; le costaba mantener el equilibrio. Cuando se abandonaba espiritualmente, se veía frente a Roberto como una adolescente enamorada, deseosa de aislarse con su amado. Su misión era terrible. ¿Sería una ilusión su enamoramiento? Quizás fuera una artimaña de su inconsciente para engatusar a su víctima. No sabía aún de qué manera podría cumplir su cometido; se asqueaba de sí misma, varias veces cruzó por su mente la idea de contárselo todo a él.

«Si se lo digo se horrorizará», pensó, «Mabel quedaría desamparada nuevamente, debo pensar en ella; lo demás es secundario, no tengo que preocuparme más por Roberto, debo recordar que no sufrirá por mi culpa, después de todo gozará acostándose conmigo... Si le digo la verdad sería desastroso; tampoco puedo irme, sería imposible ahora; ¡si supiera esto la pobre Mabel! No puedo hacer otra cosa, mejor no darle tantas vueltas al asunto». «¿Y si no juntara la esperma?, ¿y si le ocultara todo a Roberto?», siguió imaginando, «en ese caso, continuaría viéndolo como si nada hubiera pasado; él jamás podría enterarse de que nuestro encuentro estuvo arreglado de antemano, así sería perfecto. Pero, ¿cómo hago con el problema de Mabel?, no hay caso, esto no tiene solución, no me puedo dar el lujo de vacilar...»

El recuerdo de su desesperada hermana borró sus últimas dudas; el embarazo evolucionaba, cada día el peligro era mayor, había demasiado en juego.

Fueron a un hotel para parejas, cercano al cementerio de la loma, uno de los más lujosos de Mar del Plata; antes de entrar, Alicia hizo un esfuerzo diciendo:

—Te aclaro que no tengo ningún tipo de protección: puedo quedar embarazada, estoy en el peor momento...

Roberto comprendió que tuviera temor pero se sorprendió: estaba acostumbrado a que las mujeres tomaran sus recaudos de otra forma, que usaran espiral o tomaran pastillas anticonceptivas. De todos modos, no le disgustó que Alicia le avisara que existía peligro, más bien lo tomó como una demostración de responsabilidad de su parte. Contestó despreocupado:

—Está bien, chiquita, ¿te parece suficiente con que me cuide?, podría alejarme de vos cuando llegue el momento decisivo, vos entendés, ¿no?

Sugería así Roberto que podía eyacular fuera de su cuerpo. Pero Alicia, lógicamente, no podía aceptar tal propuesta. Le contestó:

—No, Roberto, perdóname, pero de esa manera estaré muy tensa durante todo el tiempo; tengo terror a quedar encinta, lo lamento, sé que parece estúpido pero te ruego que uses un profiláctico.

A Roberto no le agradaba nada «encorsetar» esta oportunidad que avizoraba como magnífica; hubiera deseado algo distinto, más natural, menos sujeto a condicionamientos, pero comprendió que las circunstancias lo obligaban a tomar precauciones.

—Está bien, querida —manifestó él—, lo pediré en la administración.

17/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónNoviembre 2000
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-17
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)