«La historia universal cuenta con célebres perversos según cual sea la categoría de la perversidad. Así, el sádico por excelencia con fama no opacada ha sido Jack “el destripador”. Encabeza una lista de monstruos famosos que llevaron a la realidad extrema el gozar con el dolor ajeno. Puede colocarse en esa galería, y con justo mérito también, al Sr. Vacher, violador francés que vejó y ultimó a dieciocho víctimas de ambos sexos. O el italiano Verzeni, autor de seis perfectos crímenes sádicos. O por último, a quien fuera el inspirador del Barbazul, el famoso Mariscal francés Gilles de Retz, matador de centenares de niños. Tamaños personajes suelen ser catalogados como sádicos, perversión en la cual el placer sexual es provocado mediante el sufrimiento que se produce a otra persona. Los citados son ejemplos del llamado “gran sadismo”, descontrol del sadismo simbólico que, como vimos, suele desembocar en crímenes espeluznantes.» (Nerio Rojas, Medicina legal, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 6ª edición, pág. 196.)
Éstos eran los primeros párrafos de una tesis académica sobre las parafilias y el crimen que nunca llegó a ser escrita y que se transformó en esta crónica sin pretensiones científicas.
Quizás todo cambió cuando comencé a preguntarme si los grandes perversos eran siempre europeos. Si ni siquiera en ese oscuro campo podíamos aspirar los latinoamericanos a una mención digna de la literatura, o si lo que en verdad ocurría era que nuestros escritores estaban menos interesados en la perversidad que los cronistas de aquellas tierras. Por supuesto quizá hubiera algo de ambos fenómenos, una especie de responsabilidad compartida entre nuestros perversos reprimidos y el desinterés de los literatos. Esto claro está, si dejamos fuera de la categoría a los frecuentes dictadorzuelos que han asolado largamente nuestros países.
No obstante, durante los meses que demandó mi investigación de campo pude descubrir algunos ejemplos vernáculos que por cierto gozaron de mucha menos popularidad. Así, el joven que en un pequeño pueblo se dedicó a matar a los hermanos menores de su antigua novia a la que enviaba trozos del cuerpo de sus víctimas de modo de forzarla a un no querido retorno. También pude tomar contacto con una niñera que extraía su morboso placer de introducir juguetes en las jóvenes vaginas de sus pupilas. Como no deseo convertir esta crónica en un catálogo de la morbosidad, basten estos dos personajes para que el lector pueda visualizar el terrible espectro de la investigación.
Eso sí, embarcado en proponer la mayor cantidad posible de ejemplos, debo decir que los de mayor relevancia médico legal abarcaban las perversiones o parafilias clásicas como el sadismo y el exhibicionismo, y sólo algún contado caso de necrofilia. No me llamó la atención el no contar en mi homérica pléyade de monstruos con algún digno representante del vicio masoquista, perversión esta que según los clásicos ha de definirse por oposición al sadismo, y según la cual el placer sexual se despierta por el propio sufrimiento que otro provoca en el pervertido (ver Jorge Thénon, La neurosis obsesiva, Buenos Aires, 1935). Y es que este tipo de vicio, desde que importa consentir aun la lesión, comúnmente quemaduras, pinchazos y hasta la flagelación, suele permanecer oculto en la intimidad.
Sin embargo, fue por mera casualidad que me topé con uno de estos casos, capaz de opacar mi interés por todas las demás grandes monstruosidades, hasta revolver, ¿por qué no?, los definidos y precisos límites que pueden separar el juego de la enfermedad. La tesis entonces se convirtió en la historia de Mara y de su enfermiza relación con Hernán, cuyas verdaderas identidades por cierto prudentemente me las guardo.
Copyright © | Andrés Urrutia, 1999 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Abril 2001 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n114-01 |
El placer de la lectura se siente hasta en lo físico. Lo retorcido de la historia es envolvente.
Me gustó mucho la novela de este escritor uruguayo. Es más, me tiene totalmente atrapada. Creo que deberían publicar los capítulos más seguidos unos de otros ya que así los lectores no esperaríamos tanto tiempo para poder leerlos. Espero ansiosa poder continuar con la lectura de esta novela que es realmente ¡¡¡ATRAPANTE!!! Saludos cordiales al editor, como también al autor,
Está bien narrada, ajustada en sus diferentes temas, cuales amor, sexo, desviaciones analíticas en momentos decisivos de su existencia; los espacios dedicados al sexo carentes de equilibrio, bien narrados y concretos. Felicidades al autor. Salut i tenis-sala. (Confío en que Uruguay siga siendo la Suiza del Cono Sur).
Me gustó muchísimo la obra de Urrutia Ella sólo quería estar desnuda. Me gustaría que publicaran otros cuentos de este autor. Me parece muy sensible y muy claro en sus apreciaciones sobre la problemática del ser humano. Gracias,
Una de las lecturas por las que siempre vuelvo a Badosa es Andrés Urrutia. Su obra me cautivó y cada sentido sentía literalmente las palabras, las acciones, los sentimientos, y me he quedado con hambre de Andrés Urrutia, de sus letras vueltas sensaciones con la confabulación de las palabras. No hay día en que no piense en la obra, y la leí hace como 4 o 6 meses, no sé... pero quiero más de eso.
Tengo que reconocer del escritor uruguayo la forma de envolverte con su obra tan sugerente Ella sólo quería estar desnuda, la cual al leerla se convierte en la nueva perversión del lector.
Me ha encantado el estilo narrativo de Urrutia. Me ha sorprendido y fascinado. Estoy deseando que publiquen algo más sobre este autor en Badosa.com.
Muy buena, y sobre todo original. Destila calidad y erotismo e indaga en las profundidades de la mente. No comprendo que hace una obra de este calibre en una web tan mediocre.
(Esta opinión se emitió cuando tan sólo se había publicado el primer capítulo de la novela.) Me gustó la obra pero creo que se enfoca mucho al morbo (la verdad no sé si eso es lo que el autor quiere dar a ententer) pero hasta lo que leí (sólo esa primera parte) me agrada la forma en que se está relatando, aunque me gustaría esperar a ver lo siguiente. Desde Xalapa Veracruz México,
(Atención: esta opinión desvela claves de la trama de la novela. Se recomienda no leer esta opinión si todavía no se ha leído la novela.) Aunque no sea, ni por asomo, lo mismo, el relato de Urrutia me ha recordado un caso que se describe en la literatura médico legal. Se relata el caso del rey francés, que sufrió la venganza de un marido ultrajado. Hizo todo lo posible y lo consiguió, el marido, para contraer la sífilis, en aquellos tiempos menos curable que el SIDA actual. El marido pasó la infección a su mujer y ésta al rey. La desgracia del marido ultrajado es que murió antes que el Rey. Hacía tiempo que un cuento no "me atrapaba" tanto.
Me gustaron mucho las dos novelas publicadas de este autor. Deseo que publiquen otras obras del mismo. Gracias.
Buena obra, muy bien narrada. En mi opinión le faltó al autor la descripción total del encuentro de Mara con Hernán en el capítulo 15. Ya que únicamente nos dice como luce Mara después del encuentro, pero no nos dice cómo se desarrolló éste.
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