Gracias por la sonrisa con que está escrito La cometa que voló muy alto. Se contagia.
Tiene la sencillez y la claridad de los grandes relatos. El principio femenino, pequeño y todo poderoso, acapara la grandeza inocente del sol, embebida de su masculina soberbia. El final, con la compliicdad entre el relator y los partícipes del relato, más sabios que los anteojados astrónomos, es una delicia.