Fabuloso relato que te atrapa como un hilo para meterte dentro del tapiz. Casi podemos descubrir el mapa de Dios. A la inversa que el hilo de Ariadna, el relato te va atrapando poco a poco en el laberinto, hasta llegar a ese monstruo inextricable de relaciones que parece estallar en tu propia mente. La tarea exorbitante y vida desencajada del protagonista me ha llegado a atrapar de tal forma, que al final también he sentido el alivio que produce el descanso del pueblo y de la gente sencilla. Felicidades, Carlos