La sensación de proximidad y el tono confidencial que confiere la primera persona, así como el fluir sin interrupciones, dan a este cuento el clima justo para el desarrollo de la historia; una historia singular, ingeniosa, enriquecida con imágenes descriptivas que ayudan a descubrir al excelente escritor que las ha dibujado. Cumples magistralmente con uno de los requisitos del cuento, Héctor Lisonje (en realidad con todos) como es el de colocar al lector, no más allá de la tercera línea, en un territorio en el que cualquier cosa puede ocurrir. Y uno debe seguir hasta el final.
No puedo imaginarte sin un tío idéntico a Flaubert.
Es un buen cuento en el que no falta el buen humor y una adecuada tensión narrativa. Te felicito, Héctor.