Muy bien logrados el perfil del protagonista y el ritmo creciente de tensión, al enfrentarse con algo difuso que aterra y parece inevitable; con acertadas reflexiones y citas intercaladas en lugares justos. Y con el plus de estar narrado en segunda persona, que le da un clima especial. Lo leí con interés y al final tuve casi la sensación de que salía del cuarto de Orestes para dejarlo que duerma. Un cordial saludo al autor,
Se nota la influencia de Vargas Llosa. Leí este relato y otros de Orlando y me enganché inmediatamente con su estilo. Sigue así.