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Julio

Bernardo Casado Salas
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Por el aire que está entrando en mí
como entra un caballo habitual;
lo llamo respirar
y sucede salida y entrada dulce.
HICE ENCUENTRO DE COSAS VIVAS DECIDIDAS
Hice encuentro de cosas vivas decididas,
capaces de utilizar el corazón varios días
contundente.
Fue que todo está vivo por su parte,
el anillo rodando tras de sí mismo,
el banco del parque,
la camisa abrazo de tela,
los alfileres,
el periódico,
hasta los zapatos que gastan dueño.
En todos los lugares les he visto demostrando
que están vivos.
El barro que está vivo
por la mañana y por la tarde,
el azúcar,
las letras mayúsculas,
el viento que me presentaron ayer al mediodía.
En esto estamos si digo conclusión agua,
escalera,
vendaval,
porque es diario verlos viviendo,
hembra la madrugada,
varón el edificio,
absolutamente viviendo.
AGRADECIMIENTO CUANDO TODO ES MIÉRCOLES INDUDABLE
Es gracias el asunto corto de mi pelo,
y la maniobra roja de mi boca.
Gracias porque subsisten los árboles
como dedos levantados,
por mi jersey ya viejo
como yo si intento interesar
a una joven de artística mirada.
Por el aire que está entrando en mí
como entra un caballo habitual;
lo llamo respirar
y sucede salida y entrada dulce.
Porque sé que un beso se puede multiplicar por dos,
y la mano es el abanico de la caricia.
Por las palabras, que me permiten decir
Madrid a siete de viento,
por la risa vegetación de la boca,
por este miércoles indudable
que ha asomado a un hombre al balcón.
También es gracias todo lo de mi brazo.
Por la locura que cogí
un día que llovió excelente,
y por los muñecos de mis hijos
que viven dentro de mis bolsillos.
CRÓNICA
Fue en el año ochenta con entusiasmo en los dedos,
y casas blancas no absueltas por la luna.
El autobús consintió aceitunas entre otros,
torres de hombros elegantes
asomaban por la hora del día,
y la carretera se iba larga
con una legislación de sol.
Viajé durante doscientos pájaros,
viajé hasta ser perdone de todos los caminos,
viajé hasta encontrar que mi pelo viajaba,
y tuve placer de estar con ellos
en las puertas de sus casas,
y afirmó un perro de traje marrón.
Voy a ser verídico y digo que compré uvas
en el mercado revuelto,
y el mar miraba con ojos azules.
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Copyright ©Bernardo Casado Salas, 2000
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Fecha de publicaciónJulio 2002
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