Sucedió el día 25. Me quedaban tres días para marcharme de allí si Mánol mantenía su palabra y no se le antojaba retenerme hasta el día treinta y uno. Esto no calmaba mi ansiedad, el temor a lo que pudiera suceder en esos tres días me llenaba de incertidumbre. Cuando me senté a la mesa para comer, Mánol me clavó una mirada muy agresiva. Intenté ignorarlo pero no me dejó. Me miraba fijamente y yo no era capaz de probar bocado.
—¿Por qué me has mentido? —dijo al fin entre dientes.
Yo no podía ni imaginar a lo que se refería.
—¿Qué dices? ¿En qué te he mentido? —contesté.
—¡Hija puta —gritó—, has dado la dirección de mi local!
Comprendí de pronto lo que ocurría.
—Pero... sólo a mi madre —respondí temblando.
—¡A tu madre! —exclamó mientras de un nuevo manotazo en la cabeza casi me tiraba de la silla. Después sacó del bolsillo de su pantalón un sobre arrugado y lo arrojó sobre mi plato.
La rubia platino estaba lívida.
El sobre estaba abierto, llevaba matasellos de Palencia y un papel rojo pegado que ponía «urgente». Saqué del interior una cuartilla escrita con letra temblorosa y leí lo que ponía:
A mi querida hija:
Te esperamos lo antes que puedas llegar. El tío Pepe está muy grave, lo operan a final de mes. En la Telefónica no han localizado el número para llamarte. Manolito quería bajar a Madrid a recogerte, pero le he dicho que espere a que tú nos llames.
Tu madre que te quiere
Sólo pude sonreír. Los ojos se me llenaron de lágrimas y por un momento la imagen del sevillano resurgió en mi imaginación como un día que al clarear barriera las brumas de una noche sin luna.
Mi madre nunca hubiera escrito algo tan afectuoso, su carácter siempre ha sido introvertido. El sevillano, sin duda, había redactado la carta como lo hubiera hecho su propia madre. Si algún día tengo hijos, yo también les escribiré así, me dije. Cómo lo habrá conseguido, me pregunté, no es posible que haya viajado a Palencia tan sólo para cumplir mi encargo.
—Tengo que marcharme —dije sollozando sinceramente aunque por causas muy distintas a las que Mánol suponía—. Todo el mundo sabe que tengo devoción por mi tío Pepe —en eso mentí, por supuesto que mi tío Pepe no existía—. Vendrán a buscarme si no contesto.
Mánol estaba nervioso. Se había tragado aquel montaje sin preguntarse siquiera por lo absurdo que resultaba, en aquellas circunstancias, enviar una carta en lugar de un telegrama. Como quien tiene una idea genial dijo de pronto:
—Vas a poner un telegrama. Dile a tu madre que irás mañana.
Así lo hicimos. Por teléfono puse un telegrama a mi madre en el que decía: «Llegaré mañana. Os quiere, Patricia.»
Los resultados de la andadura de la vida son imprevisibles. En mi familia no existía la costumbre de utilizar palabras cariñosas ni de decirnos que nos queríamos. Ni mis hermanos ni yo avisábamos a mis padres antes de ir a verlos. Nos presentábamos allí de tarde en tarde, cuando nos daba la gana, sin anunciarnos. Yo redacté ese breve texto forzada por las circunstancias, no era mi forma habitual de dirigirme a ellos. Sin embargo, cuando después de aquello me encontré con mi madre, me dio un abrazo envolvente como nunca antes lo había hecho. Estoy segura de que no fue debido al estado en el que me hallaba, me hubiera abrazado igual en cualquier caso. Fue el hecho de recibir un telegrama mío avisando de que iba y las palabras «os quiere» lo que la llevó a manifestar el cariño a pesar de su carácter recio.
No tuve otro remedio que acceder a las pretensiones de Mánol y permanecer allí hasta el día siguiente. Le vi resueltamente decidido a obligarme y la sola idea de que volviera a golpearme me aterrorizaba. Su gesto era muy sombrío, supongo que le preocupaba la idea de que algún hombre de mi familia se presentara en su tugurio. Sin embargo, se ve que la suma que el cliente de esa noche le había prometido por gozar conmigo era sustanciosa y no estaba en sus cálculos echarla a perder. Por otra parte, tras recibir el telegrama, Mánol debía de suponer que mi familia se habría quedado conforme.
Yo no estaba tranquila. Sabía que a la mañana siguiente saldría de allí sin remedio pero un miedo indefinido me mantenía tensa y no me dejaba recrearme del todo en la emoción que me había producido la lealtad del sevillano. Nadie, hasta entonces, me había dado gusto hasta ese punto. Nadie antes había jugado a mis juegos.
Qué habrá sido de aquel caballero andante, me he preguntado muchas veces. Me gusta llamarlo así y cuando lo hago siento que soy una princesa rescatada de un cuento viejo y agujereado por las polillas. Mi trabajo me obliga a viajar de vez en cuando a varias capitales andaluzas y, al pasear por las callejas de Sevilla, voy fijándome en la gente. A veces me cruzo con alguien que me recuerda a él. En el fondo lo voy buscando. Sé que no me atrevería a saludarlo, que daría lo mismo verlo o no porque lo más probable es que él ni me reconociera. Además, la forma en que nos encontramos llevaba implícita la condena de no volver a tratarnos.
La tarde de aquel último día se me hizo eterna. Intentaba imaginarme dentro de mi coche avanzando por la carretera en dirección a Palencia y no conseguía representarme esa escena tan nítida como deseaba. Tenía la sensación de ser un preso que ha finalizado su condena y va a salir. Pero a la vez temía la sesión de aquella noche porque sabía que no me resultaría fácil soportarla. Es el final, me decía, debo ser consecuente, a fin de cuentas yo me lo he buscado y todo va a terminar bien.
Copyright © | Ana María Martín Herrera, 2003 |
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Por la misma autora ![]() | |
Fecha de publicación | Mayo 2005 |
Colección ![]() | Narrativas globales |
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Es una historia que va cogiéndote con chispa y con inteligencia, va atrapando con la lectura el interés del lector. Me resulta interesante y me sabe a poco los dos capítulos.
Aunque no soy una experta en estas cosas, me parece que el estilo que utiliza la autora es ágil y rápido, pero al mismo tiempo reflexivo, parece que el personaje tiene un hervidero de sentimientos a punto de salir al exterior. Estoy de acuerdo en que atrapa con rapidez.
“En mi pensamiento destelló aquella discreta y amarillenta instalación luminosa que recordaba lo mismo a la miel que al sarro...” Y eso es lo que creo que esconde esta novela: miel y sarro. La primera, intencionadamente dispuesta para atrapar a quien la lee. El segundo, todo cuanto la vida deja adherido en nuestras bocas.
Es la primera vez que leo un libro de esta autora y tal vez por ello me ha resultado francamente refrescante a la vez que interesante. Su forma de describir las situaciones a la vez que los sentimientos y dispararlos junto con los sentidos me ha agradado sobremanera y desde luego espero con impaciencia poder ver alguna otra obra de ella.
Me ha gustado. Comparto otras opiniones leídas, se trata de una forma de escribir fresca y atractiva. Sinceramente, estoy deseando que publiquen los siguientes capítulos. Espero que sea en breve.
Pienso que deben publicarse otras obras de esta autora, ya que ésta que estoy leyendo me parece interesante, atrapa el interés del lector, es amena, aparte produce un cierto morbo en cuanto a su desarrollo, por lo se está a la expectativa del siguiente capítulo.
Promete. Dan ganas de seguir leyendo, fresco como Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, la novela de Pablo Tusset.
Sumergirse en una prosa tan fluida, tan aparentemente sencilla y a la vez profunda como la que la autora emplea para describir la extrema —pero verosímil— peripecia de la protagonista, supone alimentar una creciente curiosidad por ella (¿quién es? ¿ha escrito más obras?) y desear vivamente que no se demore en desvelarnos cuanto antes su prometido desenlace.
Es la primera vez que leo un libro de este tipo, y en verdad me pareció muy envolvente. El lenguaje es sencillo y sin embargo atrayente sin llegar a ser grosero. Es interesante la forma con que juega con la imaginación. Me pareció muy bueno.
Sin duda, y hasta la fecha, de todos los relatos que he leído, y son muchos, ha sido el que más me ha conmovido y emocionado. Me ha gustado y la escritora merece mi aplauso.
En Las vacaciones de Terés, la escritora, con elegancia y maestría, nos adentra en un submundo donde las mujeres dedicadas a la prostitución sufren el más horrible y vejatorio trato, rodeadas siempre de una jauría de "hombres lobo"; pero a pesar del escabroso tema de la novela, no existe la grosería en el lenguaje y la escritora hábilmente nos regala un final feliz, lírico y romántico como anticipo a los acordes del arpa soñada por la protagonista durante su "especial" aventura. Gracias Terés, gracias Ana María, tu novela me ha encantado.
Es un escrito totalmente interesante, que tiene un vocabulario explícito, muy claro. Te envuelves en la historia fácilmente. Me fascinan este tipo de novelas pues me hacen sentir la realeza que existe en ellas.
Es una historia que te atrapa y que no quieres en ningún momento dejar de leer, una historia con la que muchas mujeres estarán muy familiarizadas. "Mujeres", antes de dar un paso equivocado, hay que pensar muy bien las cosas. Felicidades a la autora, mis respetos para usted.
Debo reconocer que soy malísimo para leer. Jamás en mi vida había leído una novela de este tema. Me pareció estar viendo una película. Por un momento sentí ser el sevillano al ver tantos personajes horrorizantes e inescrupulosos. Felicitaciones a la autora. Es una novela realmente buena e interesante.
Maravilloso... Atrapa de principio a fin sin un solo instante de distracción. Crece en intensidad poco a poco y hace crecer la intensidad emocional en el lector. Cuando se acercaba el desenlace, me gustó mucho no saber qué podría suceder finalmente. Me parece perfecto como Ana consigue llegar a lo más profundo desde la sencillez del lenguaje. Me parece perfecto que esta sencillez permita la libertad de interpretación del que lee, creo que eso es lo que debe ser... transparencia para entender lo más oscuro del ser humano.
Me han llegado con total claridad el placer y el terror de Terés.
Aguardo con muchas ganas, como otros lectores, más textos de esta autora.
Esta obra es excelente, dirijo mis felicitaciones a la Autora. Me fascinó su texto y contexto son de gran imaginación y reales. Fue un gusto en leerla. Gracias.
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