Mánol tenía razón, yo estaba diciendo tonterías; era imposible tenerme en pie. La sordidez de la aventura en la que me había metido se había volcado definitivamente sobre mí como un cubo de agua sucia puesto a traición en lo alto de una puerta que hay que atravesar. Había comprendido ya sin sombra de duda que una cosa es la fantasía y otra la realidad. A la hora de la verdad, los golpes duelen terriblemente, humillan, y no tienen ninguna gracia. Mis muñecas estaban despellejadas, asquerosas, y cuando quise levantarme de la cama, apenas podía ponerme derecha, mi espalda estaba curvada como la de una vieja.
Mánol me obligó a tomar una pastilla. Rompí a llorar. Me desperté al día siguiente cuando entró la rubia platino con el desayuno.
Cuando la rubia abandonaba mi habitación le dije que pensaba marcharme de inmediato. Ella no contestó. Salió y cerró con llave.
Abrí la maleta sobre la cama y arrojé dentro mis cosas sin ningún tipo de orden. Sacaba la ropa del armario y las perchas quedaba desnudas golpeándose unas con otras. Los zapatos revueltos con las camisetas, con los sujetadores y con los vestidos, iban cambiando de sitio y yo empezaba a sentirme mejor. Al terminar cerré la maleta, me puse los vaqueros y me calcé. Me senté en la cama esperando a que alguien viniera. Así llegó la hora de comer. Cuando la rubia platino volvió a abrir la puerta, agarré mi maleta, cogí el bolso y me dispuse a salir. Entonces me topé con Mánol. Con su mano en mi esternón me empujó otra vez dentro de la habitación. Me arrebató la maleta y la tiró al suelo.
—Mari, déjate de chorradas y vamos a comer.
—Quiero marcharme de aquí ahora mismo.
—Oye, a ver si me entiendes; no puedes marcharte. Yo he cobrado ya a algunos clientes y tienes trabajo hasta el día veintiocho. Así que sé razonable y aguanta, que ya queda poco. Y sobre todo, procura no cabrearme.
—Me da igual que hayas cobrado por adelantado. Dame el dinero que me he ganado hasta ahora porque yo me marcho.
—Vaya con la señorita, no parecías tan chula el primer día —dijo Mánol.
Fui a coger mi maleta de nuevo y él la apartó de una patada.
—Oye, no voy a repetirlo. Deja tu maleta tranquila y ven a comer.
Creí volverme loca. Ya no podía con aquello ni un minuto más. Rompí a dar voces mientras le golpeaba con el bolso.
—¡Déjame salir! —grité una y otra vez.
Mánol cerró el puño y con los nudillos me asestó unos golpes brutales en la cabeza.
—¡Por Dios, no le des tan fuerte! —le oí exclamar a la rubia platino con la voz temblorosa.
Me dejó tirada en el suelo, aturdida, horrorizada.
—Y ahora ¿sabes lo que te digo? —gritaba Mánol fuera de sí—, que hoy te quedas sin comer. Ya puedes empezar a colocar otra vez tus cosas. Si cuando vuelva no estás arreglada para recibir «al de esta noche», prepárate porque empiezo otra vez.
Las marcas de los azotes, al igual que mi sexo rapado, no desanimaron a los clientes que llegaron después. El de esa noche fue un viejo que me hizo andar a cuatro patas, masturbarme y lamerle el cuerpo entero durante no sé cuánto rato. Luego me pidió que se la chupara. Lo hice lo mejor que pude. Lo malo fue que me cogió la cabeza para apretarme la cara contra su polla y sentí tal dolor que estuve a punto de desfallecer.
—¡No me toque la cabeza, por favor! —le supliqué.
—Pues sí que estamos buenos —protestó.
Aquel hombre tenía una polla que no terminaba de enderezarse nunca. Me dijo que quería verme con un sujetador negro y zapatos de tacón alto. Así me tendí en la cama y él, como si fuera Tarzán, se las daba de macho encima de mí hundiendo aquella baba en mis entrañas cuanto podía. La mitad de las veces se le salía la polla al intentar impulsarse y en una de ésas el condón se me quedó dentro.
Me cago en tu puta madre, pensé.
—Lo siento, señor, pero tengo que lavarme —le dije—. Usted puede tomar algo o leer una revista mientras lo hago.
Y después vuelta a empezar con aquellos empellones hasta que el carcamal tuvo a bien correrse.
Creo que fue esa noche cuando tuve la pesadilla. Desperté en un estado muy ansioso del que tardé un buen rato en recuperarme.
Iba andando por el campo, yo creo que estaba en el coto de Doñana, y me había empeñado en observar el vuelo de unos pájaros extraños. Al bajar la vista descubrí un rodal cuajado de margaritas y de amapolas. Daban ganas de tumbarse sobre aquella alfombra de flores después de haber dejado lejos las dunas. Pero era una trampa, debajo estaba el vacío. Me di cuenta al pisarlo. Caí dentro de un hoyo y fui a estamparme sobre un nido de alacranes. Se atacaban entre ellos, se clavaban las pinzas y se inmovilizaban unos a otros, a veces se equivocaban y se atacaban a sí mismos. El final del sueño no lo recuerdo pero sé que escapé, eso sí, asqueada por lo que había visto.
Al día siguiente comí con avidez. Tenía un hambre atroz. Mánol no me dirigió la palabra ni yo a él tampoco. Estuve a punto de recordarle que el día veintiocho sería el último pero me dio miedo exacerbarlo y que empezara otra vez con los golpes. En cualquier caso, me dije buscando un consuelo, me queda un día menos.
Afortunadamente durante los días siguientes vinieron hombres que no me hicieron daño; uno fue Eloy el funcionario y otro fue de los que les gustaba recibir castigos. Hice con ellos lo que pude, contenta de que al menos no me torturaran más el cuerpo.
Copyright © | Ana María Martín Herrera, 2003 |
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Por la misma autora ![]() | |
Fecha de publicación | Abril 2005 |
Colección ![]() | Narrativas globales |
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Es una historia que va cogiéndote con chispa y con inteligencia, va atrapando con la lectura el interés del lector. Me resulta interesante y me sabe a poco los dos capítulos.
Aunque no soy una experta en estas cosas, me parece que el estilo que utiliza la autora es ágil y rápido, pero al mismo tiempo reflexivo, parece que el personaje tiene un hervidero de sentimientos a punto de salir al exterior. Estoy de acuerdo en que atrapa con rapidez.
“En mi pensamiento destelló aquella discreta y amarillenta instalación luminosa que recordaba lo mismo a la miel que al sarro...” Y eso es lo que creo que esconde esta novela: miel y sarro. La primera, intencionadamente dispuesta para atrapar a quien la lee. El segundo, todo cuanto la vida deja adherido en nuestras bocas.
Es la primera vez que leo un libro de esta autora y tal vez por ello me ha resultado francamente refrescante a la vez que interesante. Su forma de describir las situaciones a la vez que los sentimientos y dispararlos junto con los sentidos me ha agradado sobremanera y desde luego espero con impaciencia poder ver alguna otra obra de ella.
Me ha gustado. Comparto otras opiniones leídas, se trata de una forma de escribir fresca y atractiva. Sinceramente, estoy deseando que publiquen los siguientes capítulos. Espero que sea en breve.
Pienso que deben publicarse otras obras de esta autora, ya que ésta que estoy leyendo me parece interesante, atrapa el interés del lector, es amena, aparte produce un cierto morbo en cuanto a su desarrollo, por lo se está a la expectativa del siguiente capítulo.
Promete. Dan ganas de seguir leyendo, fresco como Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, la novela de Pablo Tusset.
Sumergirse en una prosa tan fluida, tan aparentemente sencilla y a la vez profunda como la que la autora emplea para describir la extrema —pero verosímil— peripecia de la protagonista, supone alimentar una creciente curiosidad por ella (¿quién es? ¿ha escrito más obras?) y desear vivamente que no se demore en desvelarnos cuanto antes su prometido desenlace.
Es la primera vez que leo un libro de este tipo, y en verdad me pareció muy envolvente. El lenguaje es sencillo y sin embargo atrayente sin llegar a ser grosero. Es interesante la forma con que juega con la imaginación. Me pareció muy bueno.
Sin duda, y hasta la fecha, de todos los relatos que he leído, y son muchos, ha sido el que más me ha conmovido y emocionado. Me ha gustado y la escritora merece mi aplauso.
En Las vacaciones de Terés, la escritora, con elegancia y maestría, nos adentra en un submundo donde las mujeres dedicadas a la prostitución sufren el más horrible y vejatorio trato, rodeadas siempre de una jauría de "hombres lobo"; pero a pesar del escabroso tema de la novela, no existe la grosería en el lenguaje y la escritora hábilmente nos regala un final feliz, lírico y romántico como anticipo a los acordes del arpa soñada por la protagonista durante su "especial" aventura. Gracias Terés, gracias Ana María, tu novela me ha encantado.
Es un escrito totalmente interesante, que tiene un vocabulario explícito, muy claro. Te envuelves en la historia fácilmente. Me fascinan este tipo de novelas pues me hacen sentir la realeza que existe en ellas.
Es una historia que te atrapa y que no quieres en ningún momento dejar de leer, una historia con la que muchas mujeres estarán muy familiarizadas. "Mujeres", antes de dar un paso equivocado, hay que pensar muy bien las cosas. Felicidades a la autora, mis respetos para usted.
Debo reconocer que soy malísimo para leer. Jamás en mi vida había leído una novela de este tema. Me pareció estar viendo una película. Por un momento sentí ser el sevillano al ver tantos personajes horrorizantes e inescrupulosos. Felicitaciones a la autora. Es una novela realmente buena e interesante.
Maravilloso... Atrapa de principio a fin sin un solo instante de distracción. Crece en intensidad poco a poco y hace crecer la intensidad emocional en el lector. Cuando se acercaba el desenlace, me gustó mucho no saber qué podría suceder finalmente. Me parece perfecto como Ana consigue llegar a lo más profundo desde la sencillez del lenguaje. Me parece perfecto que esta sencillez permita la libertad de interpretación del que lee, creo que eso es lo que debe ser... transparencia para entender lo más oscuro del ser humano.
Me han llegado con total claridad el placer y el terror de Terés.
Aguardo con muchas ganas, como otros lectores, más textos de esta autora.
Esta obra es excelente, dirijo mis felicitaciones a la Autora. Me fascinó su texto y contexto son de gran imaginación y reales. Fue un gusto en leerla. Gracias.
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