Una de esas noches llegó un tipo de cuarenta y tantos años. Ése por fin me ató a los barrotes de la cama. Ensayó varias maneras de colocarme y ninguna parecía satisfacerle. Decidió atarme las manos a la parte más alta del cabecero, con las muñecas juntas y los brazos levantados casi cubriéndome la cara. Por supuesto, me separó las piernas y también me ató por los tobillos. No puedo decir que me dejara marcas pero me agarraba del vello del pubis con mucha fuerza y le gustaba tirar mientras me follaba. Me hacía daño. Tiraba y me metía la polla. De pronto, se levantó y me dijo que él había pagado para estar con una mujer, no con una muñeca.
Yo no entendía por qué me decía aquello.
—¿Qué es lo que usted quiere? —le pregunté como una idiota.
—Que disfrutes, que me demuestres placer. Para esto, como comprenderás, bastaba cualquier mujer.
Mientras hablaba encendía un cigarro y fumaba.
De pronto me lo arrimó a la cara.
—Oye —me dijo—, no soy de los que disfrutan jodiéndole el palmito a una tía, pero si no te enrollas te hago una putada. ¿Vale?
¡Vamos si me enrollé! Ni la puta con más oficio del mundo hubiera demostrado mayor concupiscencia con aquel imbécil.
Siguió tirando cuanto quiso del vello de mi pubis y yo estremeciéndome y gimiendo para darle gusto mientras me metía y me sacaba aquella polla corta y regordeta.
No pude tomar aquello a mal porque tras ese comportamiento yo adivinaba en ese hombre más inseguridad aún de la que yo padecía. La única diferencia es, me dije, que él ha traspasado una barrera, ha admitido que no sirve para nadie y por eso impone por la fuerza lo que sueña. Qué otra cosa va a hacer, si ha pagado. Sin embargo, pensé convencida, yo todavía espero encontrarme con alguien que me aprecie sin que eso me cueste dinero. No he olvidado aquella reflexión.
Esa experiencia en la que había estado atada y que a la vez se me había hecho tediosa, me llevó a pensar con detenimiento en Mánol. Comprendí que era un verdadero maestro excitando mi fantasía. Sabía decir las cosas de tal forma que conseguía el efecto que deseaba. Él pronunciaba la palabra «atada» y mi cuerpo reaccionaba a su voz, se excitaba y hasta llegaba al orgasmo. Pero a la hora de la verdad, estar así, a merced de un tipo cualquiera, resultaba ridículo y además peligroso.
Los encuentros que estoy narrando son los que recuerdo claramente. No podría enumerarlos todos porque las imágenes de muchos de aquellos hombres se entremezclan en mi cabeza. En mi memoria han quedado muchos detalles sueltos, inconexos unos de otros, que no me permiten reconstruir en orden la mayoría de las escenas que tuvieron lugar durante aquellas sesiones. Lo que sí recuerdo es que no todos los clientes se comportaban de forma agresiva aun cuando casi todos dejaron claro con su actitud que eran superiores a mí. Algunos, incluso me explicaron con modales correctos lo que esperaban de la sesión. Cuando lo hicieron yo me esforcé mucho más en darles gusto y creo que se fueron satisfechos. Varios me obligaron a arrodillarme y besarles las manos. Muchos exigían que les hiciera una mamada arrodillada y unos cuantos se orinaron encima de mí mientras otros me pidieron que me desahogara sobre su cara. Lo más frecuente era que Mánol me ayudara a vestirme con cordeles para recibirlos. Quiero decir que yo debía tener enrollados por el cuello, la cintura, los muslos, los brazos y hasta por los tobillos, cordeles de algodón. Se ve que a muchos les excitaba esa indumentaria. A mí no me importaba, me resultaba divertida aquella parafernalia y entonces no me detenía a buscar explicaciones. Hoy, al recordarlo, comprendo que, así disfrazada, la imagen que yo ofrecía era la de una esclava. Esos cordeles llevaban a muchos a imaginar por un rato que habían comprado una hembra salvaje. Eso era lo que debían de soñar los que disfrutaban viéndome de esa guisa. En varias ocasiones Mánol me advirtió de que no debía articular palabra. En fin, se trataba de poseer a una hembra animalizada y sometida.
Copyright © | Ana María Martín Herrera, 2003 |
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Por la misma autora ![]() | |
Fecha de publicación | Octubre 2004 |
Colección ![]() | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n201-07 |
Es una historia que va cogiéndote con chispa y con inteligencia, va atrapando con la lectura el interés del lector. Me resulta interesante y me sabe a poco los dos capítulos.
Aunque no soy una experta en estas cosas, me parece que el estilo que utiliza la autora es ágil y rápido, pero al mismo tiempo reflexivo, parece que el personaje tiene un hervidero de sentimientos a punto de salir al exterior. Estoy de acuerdo en que atrapa con rapidez.
“En mi pensamiento destelló aquella discreta y amarillenta instalación luminosa que recordaba lo mismo a la miel que al sarro...” Y eso es lo que creo que esconde esta novela: miel y sarro. La primera, intencionadamente dispuesta para atrapar a quien la lee. El segundo, todo cuanto la vida deja adherido en nuestras bocas.
Es la primera vez que leo un libro de esta autora y tal vez por ello me ha resultado francamente refrescante a la vez que interesante. Su forma de describir las situaciones a la vez que los sentimientos y dispararlos junto con los sentidos me ha agradado sobremanera y desde luego espero con impaciencia poder ver alguna otra obra de ella.
Me ha gustado. Comparto otras opiniones leídas, se trata de una forma de escribir fresca y atractiva. Sinceramente, estoy deseando que publiquen los siguientes capítulos. Espero que sea en breve.
Pienso que deben publicarse otras obras de esta autora, ya que ésta que estoy leyendo me parece interesante, atrapa el interés del lector, es amena, aparte produce un cierto morbo en cuanto a su desarrollo, por lo se está a la expectativa del siguiente capítulo.
Promete. Dan ganas de seguir leyendo, fresco como Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, la novela de Pablo Tusset.
Sumergirse en una prosa tan fluida, tan aparentemente sencilla y a la vez profunda como la que la autora emplea para describir la extrema —pero verosímil— peripecia de la protagonista, supone alimentar una creciente curiosidad por ella (¿quién es? ¿ha escrito más obras?) y desear vivamente que no se demore en desvelarnos cuanto antes su prometido desenlace.
Es la primera vez que leo un libro de este tipo, y en verdad me pareció muy envolvente. El lenguaje es sencillo y sin embargo atrayente sin llegar a ser grosero. Es interesante la forma con que juega con la imaginación. Me pareció muy bueno.
Sin duda, y hasta la fecha, de todos los relatos que he leído, y son muchos, ha sido el que más me ha conmovido y emocionado. Me ha gustado y la escritora merece mi aplauso.
En Las vacaciones de Terés, la escritora, con elegancia y maestría, nos adentra en un submundo donde las mujeres dedicadas a la prostitución sufren el más horrible y vejatorio trato, rodeadas siempre de una jauría de "hombres lobo"; pero a pesar del escabroso tema de la novela, no existe la grosería en el lenguaje y la escritora hábilmente nos regala un final feliz, lírico y romántico como anticipo a los acordes del arpa soñada por la protagonista durante su "especial" aventura. Gracias Terés, gracias Ana María, tu novela me ha encantado.
Es un escrito totalmente interesante, que tiene un vocabulario explícito, muy claro. Te envuelves en la historia fácilmente. Me fascinan este tipo de novelas pues me hacen sentir la realeza que existe en ellas.
Es una historia que te atrapa y que no quieres en ningún momento dejar de leer, una historia con la que muchas mujeres estarán muy familiarizadas. "Mujeres", antes de dar un paso equivocado, hay que pensar muy bien las cosas. Felicidades a la autora, mis respetos para usted.
Debo reconocer que soy malísimo para leer. Jamás en mi vida había leído una novela de este tema. Me pareció estar viendo una película. Por un momento sentí ser el sevillano al ver tantos personajes horrorizantes e inescrupulosos. Felicitaciones a la autora. Es una novela realmente buena e interesante.
Maravilloso... Atrapa de principio a fin sin un solo instante de distracción. Crece en intensidad poco a poco y hace crecer la intensidad emocional en el lector. Cuando se acercaba el desenlace, me gustó mucho no saber qué podría suceder finalmente. Me parece perfecto como Ana consigue llegar a lo más profundo desde la sencillez del lenguaje. Me parece perfecto que esta sencillez permita la libertad de interpretación del que lee, creo que eso es lo que debe ser... transparencia para entender lo más oscuro del ser humano.
Me han llegado con total claridad el placer y el terror de Terés.
Aguardo con muchas ganas, como otros lectores, más textos de esta autora.
Esta obra es excelente, dirijo mis felicitaciones a la Autora. Me fascinó su texto y contexto son de gran imaginación y reales. Fue un gusto en leerla. Gracias.
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