La noche siguiente resultó más aburrida. Llegó un tipo calvo y delgado de unos cuarenta años que me hizo darme en la cara un maquillaje que él mismo traía y que era de un color muy claro. Luego me hizo peinarme con un moño bajo y vestirme con una camisón blanco muy amplio que también traía guardado en su portafolios. A continuación, me mandó tenderme en la cama boca arriba y juntar las manos. Me dijo que cerrara los ojos y que no hablara ni me moviera. Dios mío, pensé, éste quiere que me haga la muerta. Y así era. Después pasó su brazo bajo mis hombros y me sacó de la cama con sumo cuidado. Me dejó en el suelo. Se le oía musitar sonidos ininteligibles, tal vez estaba rezando. Después, aquel maniático se divirtió arrastrándome de los pies por toda la habitación. Cierto que lo hacía sin violencia pero yo me sentía muy molesta. Abrí ligeramente los ojos y vi que se había desnudado completamente. De pronto se detuvo y, tembloroso como quien hace un sacrilegio, me levantó el camisón hasta las caderas dejando al aire mi sexo. Cogió la almohada y la acopló doblada bajo mis nalgas de forma que mi pelvis se elevó. Me abrió las piernas hasta el límite de lo posible. Luego me soltó el moño y extendió mi pelo cuidadosamente. Hizo una cosa muy extraña, se frotó los pies con él, lo pisó. Tuve la sensación de que le agradaba sentir su roce suave en las plantas. Cuando se cansó de hacer aquello se arrodilló entre mis piernas y me penetró indeciso, como si le diera miedo hacerlo. Seguía musitando algo que no se entendía. Poco a poco sus empujones se hicieron violentos y llegaron a sacudirme con rabia. Gritó al correrse y sus manos se crisparon sobre mi cara. Temí que se atreviera a arañarme pero no lo hizo. Se quedó reposando sobre mí como un saco de tierra. Yo estaba deseando que se largara, aquel rato se me hizo eterno. Al fin se levantó y todavía estuvo desnudo, sentado en el sillón, mirándome durante mucho tiempo. De pronto dijo:
—Hemos terminado. Levántese y quítese el camisón.
Obedecí rápidamente mientras él me miraba. Nunca supe si a aquel hombre le gustaba imaginar que follaba con una muerta o con una resucitada porque de pronto, cuando me vio de pie y desnuda, se abalanzó sobre mí, me tiró sobre la cama y volvió a penetrarme con más furor aún que antes.
Aquella experiencia no me dejó buen sabor. Cierto que me había tratado sin violencia, pero en este caso tuve la sospecha de que le hubiera dado igual hacérselo a cualquier otra y eso no me gustó.
Habían transcurrido los primeros días y yo no me encontraba mal. Incluso pensé en anotar cada una de aquellas experiencias. No lo hice porque ni para eso tenía energía. Lo que sí recuerdo es que yo en ningún momento tuve la intención de dedicarme a aquel negocio más tiempo del que correspondía al mes de agosto. Mánol me hablaba como si yo estuviera empezando a conocer los secretos de mi futura profesión. Yo no le contradecía pero siempre estuve segura de que, finalizadas mis vacaciones, me marcharía de allí para siempre. A la vez, la excitación ante la incertidumbre de lo que podría suceder cada noche no me dejaba pensar absolutamente en nada. Todas las emociones desoladoras que se habían instalado en mi mente los días que precedieron a mi llegada al tugurio Doñana, se habían disuelto en el vértigo que me producía saber que me había atrevido a hacer aquello.
Copyright © | Ana María Martín Herrera, 2003 |
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Por la misma autora | |
Fecha de publicación | Octubre 2004 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n201-06 |
Es una historia que va cogiéndote con chispa y con inteligencia, va atrapando con la lectura el interés del lector. Me resulta interesante y me sabe a poco los dos capítulos.
Aunque no soy una experta en estas cosas, me parece que el estilo que utiliza la autora es ágil y rápido, pero al mismo tiempo reflexivo, parece que el personaje tiene un hervidero de sentimientos a punto de salir al exterior. Estoy de acuerdo en que atrapa con rapidez.
“En mi pensamiento destelló aquella discreta y amarillenta instalación luminosa que recordaba lo mismo a la miel que al sarro...” Y eso es lo que creo que esconde esta novela: miel y sarro. La primera, intencionadamente dispuesta para atrapar a quien la lee. El segundo, todo cuanto la vida deja adherido en nuestras bocas.
Es la primera vez que leo un libro de esta autora y tal vez por ello me ha resultado francamente refrescante a la vez que interesante. Su forma de describir las situaciones a la vez que los sentimientos y dispararlos junto con los sentidos me ha agradado sobremanera y desde luego espero con impaciencia poder ver alguna otra obra de ella.
Me ha gustado. Comparto otras opiniones leídas, se trata de una forma de escribir fresca y atractiva. Sinceramente, estoy deseando que publiquen los siguientes capítulos. Espero que sea en breve.
Pienso que deben publicarse otras obras de esta autora, ya que ésta que estoy leyendo me parece interesante, atrapa el interés del lector, es amena, aparte produce un cierto morbo en cuanto a su desarrollo, por lo se está a la expectativa del siguiente capítulo.
Promete. Dan ganas de seguir leyendo, fresco como Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, la novela de Pablo Tusset.
Sumergirse en una prosa tan fluida, tan aparentemente sencilla y a la vez profunda como la que la autora emplea para describir la extrema —pero verosímil— peripecia de la protagonista, supone alimentar una creciente curiosidad por ella (¿quién es? ¿ha escrito más obras?) y desear vivamente que no se demore en desvelarnos cuanto antes su prometido desenlace.
Es la primera vez que leo un libro de este tipo, y en verdad me pareció muy envolvente. El lenguaje es sencillo y sin embargo atrayente sin llegar a ser grosero. Es interesante la forma con que juega con la imaginación. Me pareció muy bueno.
Sin duda, y hasta la fecha, de todos los relatos que he leído, y son muchos, ha sido el que más me ha conmovido y emocionado. Me ha gustado y la escritora merece mi aplauso.
En Las vacaciones de Terés, la escritora, con elegancia y maestría, nos adentra en un submundo donde las mujeres dedicadas a la prostitución sufren el más horrible y vejatorio trato, rodeadas siempre de una jauría de "hombres lobo"; pero a pesar del escabroso tema de la novela, no existe la grosería en el lenguaje y la escritora hábilmente nos regala un final feliz, lírico y romántico como anticipo a los acordes del arpa soñada por la protagonista durante su "especial" aventura. Gracias Terés, gracias Ana María, tu novela me ha encantado.
Es un escrito totalmente interesante, que tiene un vocabulario explícito, muy claro. Te envuelves en la historia fácilmente. Me fascinan este tipo de novelas pues me hacen sentir la realeza que existe en ellas.
Es una historia que te atrapa y que no quieres en ningún momento dejar de leer, una historia con la que muchas mujeres estarán muy familiarizadas. "Mujeres", antes de dar un paso equivocado, hay que pensar muy bien las cosas. Felicidades a la autora, mis respetos para usted.
Debo reconocer que soy malísimo para leer. Jamás en mi vida había leído una novela de este tema. Me pareció estar viendo una película. Por un momento sentí ser el sevillano al ver tantos personajes horrorizantes e inescrupulosos. Felicitaciones a la autora. Es una novela realmente buena e interesante.
Maravilloso... Atrapa de principio a fin sin un solo instante de distracción. Crece en intensidad poco a poco y hace crecer la intensidad emocional en el lector. Cuando se acercaba el desenlace, me gustó mucho no saber qué podría suceder finalmente. Me parece perfecto como Ana consigue llegar a lo más profundo desde la sencillez del lenguaje. Me parece perfecto que esta sencillez permita la libertad de interpretación del que lee, creo que eso es lo que debe ser... transparencia para entender lo más oscuro del ser humano.
Me han llegado con total claridad el placer y el terror de Terés.
Aguardo con muchas ganas, como otros lectores, más textos de esta autora.
Esta obra es excelente, dirijo mis felicitaciones a la Autora. Me fascinó su texto y contexto son de gran imaginación y reales. Fue un gusto en leerla. Gracias.
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