https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
64/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 63

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande

—¿Hay plata de por medio? —interrogó la abogada.

—Todavía no lo sé —contestó Burán—, ya te informaré personalmente, pero te adelanto que si fuera necesario, ¡la habrá! No tengo ningún prejuicio moral en este sentido.

—En este especialísimo caso, estoy de acuerdo. Lo que nosotros queremos es probar la verdad. Supongo que no le pedirás que mienta...

—De ningún modo, pero sí que declare todo lo que sabe. Cuando vengas a Mar del Plata, quizás ya sepamos algo de esta mujer. Espero que sí. Puede decirnos cosas interesantes que favorezcan nuestra estrategia. Mientras tanto, ¿qué haremos?

—Roberto, lo estuvimos pensando detenidamente con papá. No será nada sencillo, pero nos pareció que lo mejor es mantenernos en una posición indefinida. Tenemos quince días hábiles, contados a partir de mañana, para contestar la demanda. En este lapso, es primordial acumular antecedentes y pruebas. En la audiencia tenemos que adoptar una actitud prudente, no mostrar demasiadas cartas. Si la contraria conoce todo nuestro juego, correrá con ventaja. Por empezar, debemos manifestar que suponemos que la criatura es tuya, que Juana fue inseminada artificialmente con tus espermatozoides. Para disipar nuestras lógicas dudas, nos someteremos a las pruebas biológicas, anticipadamente.

—Eso no lo entiendo —dijo Burán—, ¿anticipadamente?, ¿por qué?

—Nos conviene; iremos a la audiencia a solicitar nosotros mismos la realización de las pericias. Es prioritario para vos estar seguro de que sos el padre. ¿Y si llegara a ser un engaño de Juana? Por si acaso, tenés que someterte a todas las pruebas que resulten necesarias para asegurarnos. Al decirte que nos adelantaremos en solicitar la investigación, estoy pensando en presentarnos nosotros mismos con un perito de nuestra absoluta confianza para ofrecerle un acuerdo a la contraparte.

—¿Cómo?, ¿un acuerdo?, eso no lo entiendo...

—Tranquilo, Roberto, no te aceleres, no me refiero a un convenio transaccional. Simplemente estoy aludiendo a la alternativa de solicitarle a la contraria que nos deje realizar una pericia previa con un profesional de máxima jerarquía, elegido por nosotros. Ya lo tenemos, se trata del doctor Saúl Zimbrein, una eminencia. Él ya dio su consentimiento: realizará los análisis a un costo razonable.

—¿Te parece que el doctor Allegri aceptará?

—Creo que sí —dijo ella—, ¿en que se perjudicaría? Pensá, si dice que no, la obligación de probar tu paternidad será de Juana Artigas. En este caso, habría que realizar una pericia en el Hospital Carlos S. Durand de la Capital Federal. En esta institución, por ley se ha creado el banco de datos genético. Allí hay médicos especializados en estudios de esta naturaleza. Si acepta la intervención de Zimbrein y su dictamen es positivo, ya tendría probado que el chico es tuyo. Se ahorraría mucho tiempo y trabajo, tendría prácticamente ganado el juicio. Ahora, pongámonos en el peor de los casos, supongamos que el dictamen fuera negativo, que estableciera que no es tu hijo. Juana Artigas no perdería ningún derecho. Nosotros reconoceríamos que no está atada al resultado del análisis de Zimbrein. Siempre estaría a su alcance realizar una pericia judicial en el Hospital Durand, ¿te das cuenta?

—Sí, Rocío, aunque no veo demasiado claro el beneficio de esta actitud nuestra, ¿qué buscás con esta política?

—Primero, saber sin duda alguna cuál es la verdad; una vez que estemos convencidos de que el chico es tuyo, nuestra actuación será más firme. Vos nos dijiste que no querías desconocer al chico si realmente eras el padre, ¿seguís pensando igual?

—Sí, no he cambiado de parecer, al contrario, cada vez estoy más persuadido de que estoy obrando correctamente. Espero no arrepentirme.

—No lo creo —dijo ella—: la experiencia indica que siempre es mejor litigar defendiendo la verdad. No solamente por una razón de ética, sino porque, a la larga, resulta conveniente. Es cierto que la mentira tiene patas cortas; tarde o temprano emerge la realidad por donde uno menos se lo imagina.

—¿Qué otra razón tenés para obrar así?

—No te pongas nervioso, Roberto; estás acelerado y te tiembla la voz, ya te voy a explicar... En segundo lugar, demostraremos frente a la jueza que nuestro planteo es serio. Conforme con lo que acordáramos cuando estuvimos aquí en Buenos Aires, vos no rechazarías tu responsabilidad de padre, si la prueba biológica determina que lo sos. Al no negarte a la pericia, al aceptar mantener al chico si efectivamente es tuyo, acreditarás una encomiable buena fe. Esto necesariamente le tiene que agradar a la doctora Bisson y a la señora asesora de incapaces. Será fundamental para el futuro, cualquiera sea el resultado del juicio, aun cuando lo pierdas.

—No comprendo bien eso —dijo Roberto—, ¿qué querés decir?

—Claro, en realidad el pleito por reconocimiento de filiación lo vas a perder seguro, siempre que el dictamen médico determine que sos el padre. Si nosotros no podemos probar el fraude de Juana Artigas, que utilizó de mala fe tu simiente, estaremos perdidos. No podrás sacarle la tenencia y menos privarla de la patria potestad; a lo sumo podrás reclamar los derechos que te corresponden como padre. Tendrás la posibilidad de visitar a tu hijo, de controlar que la madre se ocupe bien de él, de que no malgaste el dinero que le pasás. En fin, es la alternativa más pobre que nos toca, pero no quiero menospreciarla. Por eso es importante convencer a la jueza y al ministerio de menores. Debemos lograr que tengan la seguridad de que lo más valioso para vos, es el chico. Esto es básico y por otra parte, es la verdad. Si convencemos al juzgado, lograremos que te reconozca el derecho de tener una influencia relevante sobre él, de participar en su formación de modo decisivo. La Artigas se encontrará indirectamente limitada, se verá obligada a estar adecuándose en forma permanente. Además, así evitarás que la influencia de esa mujer sobre el niño le provoque daños irreparables. ¿Comprendés cuál es nuestra idea?

—Sí, pero te aseguro que no me resigno a cumplir tan modesto papel. Tiemblo al pensar que pueda permanecer todo lo que me resta de vida manteniendo a mi hijo, visitándolo, sin poder evitar que lo eduque una delincuente como Juanita.

—No te quiero ilusionar, Roberto, ya te dije que la situación es muy difícil para vos. Con la operatoria que te propongo, ganaremos tiempo, pasaremos el trance de la audiencia. Dejaremos claro que estamos dispuestos a asumir la responsabilidad, aunque vos no te acostaste en realidad con Juana Artigas. Mi padre aconseja no hablar demasiado en la audiencia sobre los detalles. Simplemente decir que hubo una apropiacion indebida de tus espermatocitos. No explicar cómo fue todo, sino decir que al contestar la demanda lo harás. De esa manera, tendremos aproximadamente diez días hábiles más para investigar. Con un poco de suerte podríamos lograr alguna información que cambie las expectativas. No se nos ocurre otra forma de conducirnos, ¿qué te parece?

—Está bien —opinó Burán—, es coherente... Si asumo la paternidad no puedo decir otra cosa, me parece lógico.

64/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónFebrero 2001
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-64
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)