https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
60/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 59

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande

—Si no te incomoda, me gustaría...

Rocío sacó de su cartera un ajado papel. Había en él una escritura apenas visible. No obstante, la comenzó a leer:

«Querida Rocío: me despido de vos, con unas pocas palabras.

»Te las dirijo como hipotético amante, para que las guardes como el único vestigio de un trozo de ayer que fuera nuestro, luminosa, maravillosamente compartido. Sólo quiero, mediante estas líneas, formularte algunas preguntas que ahora no podés responder, que mañana contestarás demasiado tarde.

»Por ejemplo, decime, ¿vos sabés cuánto vale un instante de amor? Creo que nunca te pusiste a pensar en ello, ¿o sí? Si así fuera, insisto, ¿cuánto vale un maravilloso día de amor?

»Si no te parece suficientemente valioso, te pregunto, ¿un mes?, ¿te resultaría bastante?, ¿vale la pena vivirlo y por ello arriesgarse a sufrir?, ¿o es mejor permanecer razonablemente apartada del riesgo?, ¿y de la felicidad?

»¿Qué precio pagarías por embriagarte de alegres colores, de dulces sonidos, por entibiarte a la luz de un sol acariciante, por humedecer tu rostro en la salobre brisa marina, o emocionarte hasta las lágrimas escuchando el canto de las gaviotas en la playa? Reconocé que algo darías por sentirte parte del paisaje, por tomar conciencia de que estás viva, sintiendo cada uno de tus latidos, paladeando deliciosamente los sabores... Otra vez, decime, ¿qué precio pagarías por todo esto?

»Tal vez pienses que no vale la pena preocuparse por estas pequeñeces; al fin y al cabo, son sensiblerías de gente débil, de soñadores y de poetas. Después de todo, el amor llamará a tu puerta permanentemente, tendrás que estar rechazándolo con insistencia para que no invada tu tiempo. Si hoy lo perdés, no importa, vos creés que amarás mil veces más. Siendo así, ¿para qué perturbar tu armoniosa paz, tu equilibrada placidez? ¿Sólo por experimentar sensaciones intensas pero efímeras?, ¿sólo porque el amarte pueda hacerte temblar de emoción, transpirar de placer? ¿Quizás por lo que significa la mágica fusión con el cuerpo amado, ese ritual de abrazos y de besos, ese intercambio de íntimos humores? No es tan trascendente, ¡no exageremos! No es fundamental que, en comunión con alguien, te evadas del sentimiento trágico de la vida. ¿A quién le preocupa la idea de la muerte? ¡Como si fuera una ventaja conocer el paraíso por anticipado!

»Es verdad, tal vez para vos sean cosas irrelevantes las que planteo... Sólo si pensaras con el corazón podrías opinar lo contrario. Tendrías que desoír sanos consejos, olvidarte de las enseñanzas paternas, reírte de la moral y de la religión que socialmente te inculcaran... ¡Dios te libre y guarde de ese pecado!

»Habrá que esperar, creo que en algún momento, cuando tengas más gastados los prejuicios, cuando te presionen demasiado los sentimientos que tenés sepultados y te empiecen a llagar el alma, estas palabras volverán a estar entre tus manos.

»Comprenderás entonces que las imágenes del pasado no se han perdido, que viven dentro de ti, que yo formo parte de un dulce puñado de vivencias. Lamentarás que sean pocas, cuando pudieron ser tantas... Estaré perdido en otra época, como un inasible fantasma; nos perseguirá la incógnita de lo que pudimos ser, ¿quién podría descifrar este enigma? Pese a todo, no te culpes, yo también soy cobarde, aunque no tengo excusas para serlo. Bajo los brazos, no lucho, simplemente porque tu helada sensatez me evita sumergirme en la inseguridad, en la tormenta que mis afectos provocarían si se descontrolaran. Más allá de lo que sintamos, quisiera que mis frases sonaran en tus oídos como una grata melodía, aunque sea un poco melancólica; recordala, Rocío, ella nos pertenece.»

Rocío terminó de leer con lágrimas en los ojos...

—Vos mirá, Roberto, lo floja que soy. Ya me la conozco de memoria, sin embargo me sigue emocionando. Parece mentira que durante nuestra existencia, arrojemos cosas importantes por la ventana y ni siquiera nos demos cuenta de que no las tenemos más. ¿Comprendés ahora por qué estoy sensibilizada? Escuchar tus comentarios me trajo a la memoria todo esto... Sebastián tenía razón, comprendí sus palabras demasiado tarde...

—Lamento que te haya afectado, Rocío, no quise lastimarte.

—No lo has hecho, creémelo, es positivo que se me movilicen los sentimientos. Aunque estoy agotada, como si me hubiera sacado un gran peso, distendida. Es bueno abrir las válvulas de vez en cuando, desahogarse, sacarlo todo afuera... Me estoy cayendo de cansancio, Roberto. Ha sido una noche estupenda, gracias por todo.

—Gracias a vos, porque también mis duendes hablaron, espero verte pronto.

Roberto la besó en la mejilla suavemente, ninguno de los dos tenía deseos de despedirse, algo los ligaba imperceptiblemente. Habían comenzado a recorrer el puente...

60/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónFebrero 2001
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-60
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)