—Mire, Rocío, ni a mi confesor le habría dicho tantas cosas privadas como a usted hoy. No siento la necesidad de reservar nada. Además, esta conversación nos hace bien, digamos que es una terapia bilateralmente concertada; mediante consentimiento tácito, ¿no le parece?
—Ya lo ve —dijo ella sonriendo—, lo bueno de conversar entre abogados es que se comprende todo aunque se hable difícil. Volviendo a lo que le decía, como lo veo tan amplio, me preguntaba si en su vida privada aplica sus enseñanzas, más concretamente... Usted, Burán, que parece tan liberal, ¿lo fue con Alicia? Al parecer la amaba mucho...
—Lo fui, y la amaba, es complicado describir cómo. Cada sentimiento tiene un matiz diferenciador, un contenido especial. Sentía por Alicia muchas cosas, era para mí una armoniosa mezcla de niña y de mujer, sensual, cariñosa. Me tenía atrapado, apasionado, feliz como un jovencito. Por otra parte era como una hija, o como una juvenil sobrina; la cuidaba, me preocupaba sinceramente de su futuro, sin pretender atarlo al mío. Desde el inicio de nuestra vinculación, dejé las cosas en claro, ella siempre supo que era libre, que podía salir de mi vida cuando quisiera. La ayudé económicamente para que estuviera en condiciones de ejercer su autodeterminación, no quería someterla con mi dinero. Siempre quise que, si estaba conmigo, fuera porque realmente lo deseaba. Si no hubiera anhelado que fuera dichosa, no la habría querido bien. Si ella se hubiera enamorado de otro, cosa por otra parte muy previsible, en cierta forma habría estado satisfecho. La diferencia de edad entre nosotros es muy grande, suponía que eso podía producirse. Es natural que una muchacha, tarde o temprano, se vea tentada a buscar el contacto de jóvenes como ella... Yo quería, y aún quiero, primordialmente su felicidad.
—¿Debo suponer que aún la ama? —interrogó Rocío.
—No, bueno, en realidad no sé, creo que ya no... Ahora no pienso tanto en Alicia, ni me despierto agitado cuando sueño con ella. Creo que el golpe que recibí al saberlo todo afectó a la imagen que yo me había formado. Fue como si se derrumbara ante mis ojos. No le guardo rencor. Pese a todo pienso que me ha dicho la verdad, me ha demostrado más de una vez ser desinteresada. Simplemente nuestra relación se agrietó, el cristal de la copa se fisuró. ¿Cómo arreglarlo? Imposible, estas cosas no tienen remedio. Mantengo de ella su recuerdo, revivo frecuentemente los momentos que compartimos, tan hermosos. Soy muy afortunado por haberlos podido vivir. Difícilmente la vida me dé la oportunidad de volver a tener una experiencia tan grata.
«Aún la quiere», pensó Rocío, «habla como si yo no existiera, no le importo. Es claro que no le resulto apetecible. ¿Por qué me molesta eso? Después de todo apenas nos conocemos, no estamos obligados a sentir nada...»
—Deduzco de sus palabras que usted ya ha bajado los brazos —ironizó ella—. ¿Supone que no le sucederá nunca más nada emocionante? No parece coherente con lo que antes dijo...
—Rocío —dijo Roberto con deliberada dulzura—, ¡cómo se nota que usted es una brillante abogada! Está acostumbrada a interpretar al milímetro cada expresión. Piense que soy un ser humano, sea más benévola conmigo. Cuando hablo de Alicia, no puedo evitar ponerme melancólico. Recuerde que hace pocos días teníamos un proyecto común, aunque transitorio quizás, no por eso menos importante. El vacío que Alicia llenó volvió a desocuparse. No es lo mismo que antes, porque todavía conservo la tibieza que me dejara en el alma. Me ha dejado capacitado para seguir amando; éste es el más maravilloso regalo que pudo hacerme. No estoy resentido, no tengo nada que reprocharle. Lo que hizo sé que tiene su justificación. Ella no fue culpable, sino esta cruel sociedad que deja a adolescentes pobres como su hermana Mabel en el total desamparo. Es nuestra moral severa, rígida, que nadie cumple, pero que tanto se pregona. Dicen que los actores son neuróticos porque viven fingiendo; en este país, como en muchos otros, todos somos farsantes compulsivos. La doble formulación ética ha sido aceptada socialmente. Deberíamos esforzarnos para establecer normas más humanas, que puedan ser respetadas. Se violan así, sin discriminación, tanto las reglas superfluas como las realmente esenciales.
—No me contestó, doctor. ¿Entonces?, ¿no ha bajado los brazos?
—Si tengo que razonarlo concretamente, con la más firme seguridad le digo que no. La capacidad de querer que aún conservo me permite tener esperanza. Por otra parte, no me voy a conformar con tenerla, sino que voy a actuar para que se produzcan resultados positivos. Creo sinceramente que volveré a amar, tal vez más de una vez. Pero también sé que, cualquiera sea la relación que entable, debo encararla sin preconceptos, evitando la búsqueda de algo que ya pasó. Las comparaciones son horribles y negativas. Por suerte cada persona es un universo; hay que explorar el corazón de los seres que se nos acercan, buscar cosas buenas. Son tan distintas las circunstancias... Por ejemplo nuestra conversación, tan agradable, no se imagina qué distinta es, a las que normalmente mantenía con Alicia. Ella no hablaba demasiado, generalmente me escuchaba, me consideraba como una especie de pariente que oficiaba de profesor, de guía y de amante. En cambio con usted, la situación es diametralmente opuesta: encuentro una interlocutora que examina mis ideas, las controvierte, las analiza críticamente. Me obliga a pensar más, a exponer mejor mis pensamientos, a profundizar los temas. En definitiva, me enriquece. Y todo esto, muy positivo, sin renunciar al deleite de estar junto a tan hermosa mujer.
Rocío se ruborizó de un modo incontrolable; la transpiración bañó su rostro, no sabía qué decir ni qué hacer.
«¿Cómo puedo evitar que él se dé cuenta de mi turbación?», pensó ella. «Creerá que soy una tonta, que me descontrolo fácilmente. No tiene sentido fingir, él ya se ha dado cuenta de todo...»
Se resignó Rocío a quedar en evidencia, pero más allá de lo estético, de las emociones que estaba haciendo ostensibles, se sintió hondamente reconfortada. Había logrado sentir; fue un incendio benefactor, un amable estremecimiento...
«¡Qué bueno es!», se dijo Rocío, «esta sola sensación justifica la noche.»
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor ![]() | |
Fecha de publicación | Febrero 2001 |
Colección ![]() | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-58 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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