—Buenos días, doctor Bareilles...
—Buenos días, Roberto, pasá por favor, ¿has desayunado? Tengo café preparado, ¿querés una taza?
—Si usted toma, lo acompaño, muchas gracias...
Se reunieron en el mismo despacho del día anterior; sobre una pequeña mesa, cerca de los sillones, humeaba amistosamente una cafetera. Apenas se habían sentado, cuando tres suaves golpes en la puerta, anticiparon el ingreso de Rocío Bareilles. Afectuosa, sonriente, inundó el recinto de benéfica luz.
Es una hermosa mujer, que a los treinta y cinco años, conserva los resplandores de la juventud, atemperados por el paso del tiempo, suave, delicadamente. Su ondulada cabellera rubia brilla con tonos soleados y cristalinos, cubriéndola de chispeantes matices dorados. Delgada, de un metro sesenta y ocho centímetros de estatura, camina con flexible seguridad. Su penetrante mirada gris preserva los dulces fulgores de la calidez adolescente. Correcta, educada, su joven informalidad en el vestir es tan fina que la distingue sutilmente. Lleva una larga pollera celeste de liviana tela de jean, alpargatas y una camisa de algodón con encajes, ambas de impecable blancura. Al cuello, un sencillo collar de plata. Este aparente toque de simplicidad refleja nítidamente algunas facetas de la elaborada personalidad de Rocío, pero las sustanciales son invisibles. Los sentimientos que más la conmueven dormitan en inaccesibles rincones de su alma; a fuerza de vivir, lentamente está abriendo los ojos, derrumbando sus rígidos esquemas. Ya ha logrado comprender que es una víctima de sus prejuicios, de su educación dogmática, cerrada y religiosa pero sigue inmovilizada por esas incorpóreas cadenas; no puede evitar que condicionen su conducta. Alejada de las miserias del mundo, como en un soplo se le ha fugado parte de la vida. Si bien se valora como mujer, individualista, reflexiva y humana, se siente aislada afectivamente. En su afán de superación cultural y profesional, se ha alejado de los caminos del amor, adormeciéndose, reprimiendo sus emociones. Entabla relaciones puramente intelectuales que, a la postre, le parecen vacías, busca algo que ella misma desconoce, tiene el alma congelada. Incapaz de permitirse apasionarse, sus vínculos son esquemáticos, se desarrollan en el plano dialéctico, técnico o científico. Actúa eficiente, amablemente, reprimiendo su femineidad, su seductora tibieza, negándose la oportunidad de liberar sus duendes, de conmoverse hasta las lágrimas. Ciertos márgenes no los puede transponer, aunque íntimamente desearía hacerlo. Sencillamente en su cotidiano universo no puede vibrar sentimentalmente, no puede sonrojarse, emocionarse. Hace casi una década que no tiembla de excitación por un hombre, a veces se pregunta si será así, sólo porque no ha encontrado a la persona indicada. Ruega que no se trate de un defecto, de una deficiencia de su personalidad.
«¿Será tan difícil enamorarse?», se cuestiona a veces Rocío.
Ella no quiere vivir sin amor, lo necesita. Frecuentemente, cuando está sola, las ingobernables fuerzas que duermen en su interior, afloran con la violencia de una tempestad, la asfixian, la confunden, aceleran los latidos de su corazón. Siente como si un alocado y excitante espíritu la estuviera rondando con ánimo de poseerla. En esas ocasiones la invade un ilimitado apasionamiento, un desatado deseo que no tiene destinatario, como una brumosa sensación de que alguien seductor e inaprehensible la contempla desde las sombras. Cuando se relaciona socialmente, ese cosmos interior desaparece, ella lo esconde, lo disimula con diplomáticas maneras y esmerada diligencia. Esta inquietante dualidad, la tortura desde hace casi diez años, al principio de modo leve, en forma discontinua y pasajera. Pero luego, estas experiencias se hicieron cada vez más asiduas y prolongadas. No desea prescindir de ellas; son en definitiva las únicas vivencias que la hacen sentirse plenamente mujer. Cuando incursiona en esos velados y estimulantes territorios, cada una de sus células está hambrienta, viva, embriagada por un irresistible llamado ancestral.
Rocío acusó el impacto de conocer personalmente a Burán. Había leído la extensa carta que remitiera y conversado con su padre acerca de él. Estaba frente a un hombre que había paladeado los placeres de la vida y sufrido sus golpes. Burán no temía quemarse en los fuegos de la pasión, no le importaba el ridículo, ni correr el riesgo de equivocarse. Rocío conocía la trayectoria de Roberto lo suficiente como para comprender que no soportaba la mediocridad. La bella abogada estaba especialmente impresionada por la historia de Alicia. Se preguntaba cómo sería ella, cómo habría vivido ese efímero y apasionado romance con Burán; si habría sido feliz, si lo habría traicionado, si fingió por interés que no le molestaba la diferencia de edad. Secretamente, sentía una mezcla de envidia y de admiración por Alicia Sandrelli.
«Realmente, ¿habría amado a Burán? ¿lo amaría aún?», se preguntaba Rocío.
Alicia había sido capaz de brindarse incondicionalmente, sin reparar en obstáculos que para otros hubieran sido insuperables. Aceptó acostarse con un desconocido para ayudar a su hermana y, finalmente, no vaciló en decirle a su amado toda la verdad. No sabía por qué razón ella se inclinaba a creer la versión de esa encantadora muchacha. Por otra parte, se decía a sí misma que carecía del coraje de Alicia, de su firmeza de carácter, imprescindible para ejercer plenamente su libertad de amar, de gozar del sexo, de sentirse mujer. El relato epistolar de Roberto la había atrapado, se interesó en el caso de modo inmediato. Cuando su padre le preguntó si deseaba hacerse cargo de él, no lo dudó ni un instante; luego, cuando se puso a estudiar el problema desde el ángulo jurídico, comprendió que se había metido en un asunto difícil, complicado.
Ante la esperada presencia de Rocío, un tibio entusiasmo, una sensación apenas perceptible, cosquilleante e indescifrable, estremeció levemente a Roberto. La había imaginado así, atrayente, movediza, chispeante, enigmática. Su futuro estaba inevitablemente ligado a esa mujer; de su astucia, de su tesón, dependería en parte su felicidad. De alguna inexplicable manera, la proximidad física y espiritual de Rocío había incidido en su estado de ánimo, dinamizándolo positivamente. No podía negarlo, ella le gustaba...
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Enero 2001 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-50 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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