https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
36/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 35

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande
LAGO ALUMINÉ
Domingo, 16 de diciembre de 1989

Viajando hacia el lago Aluminé, al cruzar el puente del río Colorado, e ingresar en la provincia de Río Negro, Roberto comenzó a revivir experiencias, caras a sus sentimientos. A partir de allí, la aridez y la soledad se hacían más ostensibles. Luego de dejar atrás la ciudad de Choele-Choel, el camino se interna en el valle del Río Negro, curso de agua caudaloso y cristalino, que vivifica a una amplia zona del país, convirtiéndola en un vergel productivo. Al ingresar en esta zona, los recibió un magnífico atardecer, múltiples matices de rojo salpicaban el horizonte, dándole un aspecto sobrecogedor. El antiguo desierto estaba cambiado, tenía más vegetación, un verdor más intenso. Burán amaba su país y anhelaba verlo fértil, húmedo y próspero. Esa noche durmieron en un hotel de Villa Regina, nacida como colonia italiana, fruto del esfuerzo de inmigrantes que, de la nada, hicieron un milagro. Tuvieron una cena apetitosa y después hicieron dulcemente el amor, felices como adolescentes. Reiniciaron la marcha al mediodía, remontando el pródigo valle, que asombraba gratamente a Alicia. Kilómetros de vides, manzanos, durazneros, ciruelos, columnas de altos álamos al costado de la ruta, un floreciente mundo que le era desconocido, que ella ni siquiera había imaginado. Estaba encantada, su precaria situación económica no le había permitido viajar más allá de la provincia de Buenos Aires, ahora tenía la gran oportunidad de conocer y la valoraba. A las cuatro de la tarde, ingresaron en la provincia del Neuquén, dejando atrás su homónima capital, renovada y pujante. Dos horas después, llegaron a Zapala, enclavada en medio de la desolación, último reducto urbano previo al lago, tomaron el camino hacia allí, preparados a recorrer ciento veinte kilómetros de montaña. Hasta la localidad de Primeros Pinos, donde funciona en invierno una pista de esquí, la ruta es asfaltada, luego hay un camino de ripio que va serpenteando entre valles, faldas y altas mesetas. Eran las ocho de la tarde, cuando al salir de una curva, se presentó sorpresivamente ante ellos el lago Aluminé y su apéndice, el Moquegüe. Unidos se extienden por más de cuarenta kilómetros, siempre rodeados de grandes y nevadas montañas. Desde las alturas, se apreciaba cómo el desierto iba desapareciendo hacia el oeste, salpicándose de vegetación, asfixiándose finalmente en ella. La muchacha quedó extasiada por la majestuosidad del paisaje y abrazó a Roberto diciendo:

—¡Qué hermoso! Nunca creí que fuera así, ¡es tan inmenso! ¡Qué lindo es estar aquí!

—Me encanta que te guste —dijo Roberto—. Es bueno para mí porque quiero mucho este lugar; es como si compartieras mis afectos, como si dialogaras conmigo de mis recuerdos, de mis nostalgias.

Llegaron a la hostería del lago a las nueve, cuando aproximadamente mediaba una hora para el anochecer. Como el lugar está muy al occidente, a pocos kilómetros de la frontera con Chile, anochece una hora más tarde que en Buenos Aires. El largo viaje desde Mar del Plata los había fatigado, estaban contentos de estar en el lago Aluminé, especialmente Roberto, que tantos momentos placenteros había pasado allí durante sus años juveniles. La vista que se apreciaba desde la hostería era amplia y cautivante. Las ventanas miraban hacia el levante, de una rústica belleza, mucho más árido y yermo que el poniente. El nivel pluviométrico va descendiendo hacia el este y aumentando hacia el oeste, por lo tanto, la Cordillera de Los Andes es el lugar de máxima humedad, allí todo se puebla de verde. Lengas, ñires, rojas flores de notros, radales, michai, una gran variedad de especies engalanan las laderas y los senderos, las araucarias están presentes por doquier. Verdadero sobreviviente de la prehistoria, este árbol, también llamado Pehuén, prospera únicamente en esta región. Su fruto, el piñón, era alimento sustancial de los aborígenes mapuches. Socavaban su tronco para construir en él un refugio que llamaban «ruca», que significa «casa». Allí se guarecían de las inclemencias del invierno. Todavía algunos ejemplares tienen huecos, indudables vestigios de este uso. Burán tenía por estos lugares una especial estima, porque había vivido allí momentos de bonanza; en ese lago había aprendido casi todo lo que sabía de la pesca de los salmónidos y de la tierra Mapú. Allí había cantado por primera vez un Loncomeo, melodía de los indios y había incorporado a su espíritu el amor a la provincia del Neuquén, la cual consideraba un territorio familiar.

Esa noche cenaron en paz, una romántica armonía los vinculaba. La luz del hogar, su cálido abrazo, la conciencia clara del frío que afuera reinaba, hacían que la permanencia dentro fuera más grata. La naturaleza los hacía apreciar ese tibio rincón, una verdadera guarida, un manchón de irrealidad, sumergido en medio del inhóspito paisaje. A la noche, todo se volvió siniestro, la temperatura bajó radicalmente, ráfagas de helado viento lastimaban el rostro, los sonidos se hicieron misteriosos y todo parecía hostil. También por eso, aquella noche se fundieron con singular apasionamiento, con una exacerbada dulzura. Ambos sintieron la necesidad de fusionarse, de fortalecerse mediante la unión de sus cuerpos, de compartir un íntimo microclima que los aislara y protegiera. Se enmarcaron así en un mágico paréntesis, que contenía el encantador universo común. En el exterior, respiraba agitadamente la Madre Naturaleza, el gélido viento silbaba y gemía trayendo rumores extraños. Dentro, la tempestad, el deslumbrante resplandor de la pasión, el frenesí de los cuerpos al mezclarse, la humedad de los humores vertidos, música de jadeos y de suspiros.

36/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónDiciembre 2000
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-36
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)