El consultorio del doctor Carlos Stelli era confortable, cálido; la sala de espera con su amplio ventanal que daba al jardín, con su pequeña chimenea, invitaba a quedarse. Mabel permanecía sentada con la cabeza gacha, abstraída y torturada. Su reciente aborto la había dejado moralmente deshecha, se sentía la mujer más miserable del mundo, inconsolable, pensaba constantemente en la criaturita que, según ella, había asesinado lisa y llanamente. Le atormentaba recordar lo que había hecho, imaginar cómo hubiera sido su hijo. La voz del padre Tomás la perseguía constantemente, acusándola de haber eliminado a su bebé. Para dejar de sufrir pensaba en el suicidio cada vez más; esta idea se había convertido en una obsesión. Junto a ella estaba Alicia, pendiente de su congoja, también Roberto. En los últimos días, Mabel había encontrado mucha comprensión en él, por eso quiso que estuviera presente en ese momento. Burán había recomendado consultar a Stelli, un ginecólogo de vasta experiencia y de su íntima amistad. Según su criterio, este médico era un tipo interesante, lleno de humanidad. Hacer abortos lo había desgastado psíquicamente, había abandonado pocos meses atrás esa práctica. Estaba dispuesto a colaborar para que Mabel superara la aguda depresión que padecía, le hablaría cruda pero francamente.
Un hombre sesentón, de mediana estatura y pelo muy blanco, apareció en la puerta. Su mirada azul, aguda y penetrante, resaltaba en su arrugado rostro varonil, con amplia sonrisa, exhibiendo una dentadura perfecta. Vestía un impecable delantal blanco.
—Entren, por favor —dijo con voz grave y afectuosa— ¿qué tal, Roberto, cómo te va? Mucho gusto, vos debes ser Alicia, ¿no? Y vos Mabel... Yo soy Carlos Stelli, tuteáme, por favor, no te importe que yo sea viejo. Sé lo que estás sufriendo, he visto muchas veces padecimientos como el tuyo. Te pido que me cuentes, ¿querés que nos quedemos solos?
Mabel se sintió a gusto con Stelli, no la juzgaba, parecía comprenderla, apiadarse de su dolor. Le contestó...
—No, doctor, Alicia se jugó por mí y Roberto me apoyó mucho. Quisiera que ellos se quedaran, lo saben todo, ya hemos conversado antes sobre el tema. No me molesta que están presentes, al contrario. Quiero que escuchen y opinen...
—Bien, querida —asintió Stelli—, contame cuál es concretamente tu problema, lo que más te afecta. Yo trataré de ayudarte.
—Me siento una porquería —se apresuró a decir la jovencita—, no puedo sacarme de la cabeza que maté a mi hijo. Fui egoísta, no quise esperar para darlo en adopción. Si hubiera hecho eso, le habría salvado la vida.
—Pero, Mabel —replicó Stelli—, ¿hubieras podido regalar a tu hijo, después de verlo nacer?, ¿luego de haberlo tenido entre tus brazos?
—No, creo que no, doctor —dijo Mabel dudando unos segundos.
—Y bien, entonces no tendrías que atormentarte tanto, por algo que era imposible.
—No lo era doctor, no lo era. Pude hacerlo.
—Pero, Mabel, vos te colocás en un plano teórico; tu realidad no te lo permitió. Deberías ser más tolerante con vos misma. No seas tan severa para juzgarte.
—Está bien, doctor, yo le agradezco todo lo que me está diciendo. Sé que usted trata de aliviar mi complejo de culpa, estoy llena de remordimientos, créame que no aguanto más. El padre Tomás me lo advirtió, dijo que el arrepentimiento me acompañaría hasta la muerte y tenía razón. Estoy como desgarrada, doctor, no puedo seguir viviendo así, no lo resisto más.
—A ver, decime, vos creés que sos una asesina, ¿no?
—Sí, doctor, lo soy en realidad.
—Te dije que me tutearas, llamame Carlos, si no me hacés sentir más decrépito de lo que soy, ¿comprendido? Que no se repita, mirá que me enojo, ¿eh? —expresó sonriendo el médico, guiñándole un ojo a la adolescente.
Mabel asintió gimoteando.
—Mirá, muchachita —prosiguió Carlos Stelli—, te hago una pregunta, ¿vos tenés alguna amiga o pariente que se haya hecho un aborto?
—Sí —respondió Mabel.
Alicia se apresuró a reconocer:
—Doctor, yo me hice un legrado a los 19 años, ahora tendría un pequeño de cinco...
—Gracias por decírmelo —dijo Carlos. Y prosiguió:
—Mabel, siendo así, ¿vos pensás que tu hermana es una asesina porque hizo lo mismo que vos?, ¿creés que lo sea alguna amiga que también haya abortado?
—¡No!, ¡de ninguna manera!, no tengo derecho a enjuiciar a nadie, menos a mi hermana. Ella es buenísima...
—Explicame, ¿por qué, si las circunstancias son las mismas, vos has cometido un crimen y ella no?
—No sé, doctor, usted me hace confundir... No tengo idea de lo que habrá sentido Alicia, pero sé lo que estoy sintiendo yo. Le he dado muchas vueltas al asunto, pero es innegable que he matado a mi bebé, eso es imperdonable...
—Pero decime, Mabel, si pudieras volver atrás, ¿volverías a abortar, o no?
La jovencita enmudeció, un ligero temblor la hizo estremecer, jamás se había formulado conscientemente esa pregunta. Avergonzada, tuvo que reconocer:
—Sinceramente, aunque yo misma no puedo entenderlo, creo que sí doctor, sé que es una contradicción absurda, pero debo ser sincera, me parece que lo haría de nuevo.
—Chiquita, ya te dije que me tutearas, te lo pido por favor.
—Está bien, doc.... Perdón, Carlos.
—Vos misma reconocés que tu respuesta es contradictoria, ¿por qué no lo analizás mejor? Eso quiere decir que no estás a arrepentida, si fuera así, nunca podrías volver a hacerte un legrado.
—Es verdad, no sé, tal vez no deba llamarlo arrepentimiento sino simplemente sentimiento de culpa, conciencia de haber pecado.
—¡Ah!, ¿para vos es un problema religioso?, ¿sos creyente?
—Más o menos, doctor... digo... Carlos. Perdón me olvido de llamarlo por su nombre... En cuanto a su pregunta, la verdad es que voy poco a la iglesia, pero creo que algo superior debe haber, al menos lo supongo; me gustaría que lo hubiera.
—Bueno, querida, veamos... Te acusás por un acto que justificás en otro; te torturás por violar preceptos en los cuales no creés o de los que por lo menos dudás, ¿no te parece que aquí hay algo que no cierra?
—No sé qué decirte Carlos, creéme que no finjo.
—No me cabe ninguna duda; sé que no estás actuando, pero me parece que no analizás objetivamente tus circunstancias. Vos decime, ¿cuál pensás que es la conducta que normalmente sigue una mujer soltera, cuando queda embarazada?
—No sé, tal vez gran parte aborte, no sé en qué proporción; muchas otras tomarán la decisión de tener familia, no estoy segura.
—Bien, puedo asegurarte que son muchas más las que interrumpen su embarazo, ¿comprendés que así sea?
—Sí, yo pasé por eso, sé lo doloroso que es.
—Mabel, tengo muchos años de experiencia, dejame que te hable como pocas personas te hablarán. Vivimos en un mundo lleno de hipocresía; a este consultorio han venido jueces, políticos, personas muy poderosas y también muy humildes. He recibido madres que se horrorizaban de ser abuelas y otras que solamente se preocupaban por lo que dirían las vecinas. Recalcitrantes católicos me han rogado que liberara a sus hijas de su pecaminoso lastre. Moralistas rígidos aquí olvidaron súbitamente sus principios... No te juzgues tan severamente, el mundo no es como te lo cuenta un sacerdote represor. La verdadera caridad comienza por descender a la tierra. No se puede sentenciar desde el cielo.
—Pero Carlos, ¡se trata de una vida!
—Sí, de una vida en potencia, de una expectativa trascendente que merece protección. No lo niego, pero no es lo mismo que una criatura que respira por sí sola, que llora en tus brazos. No supongas que afirmo que el aborto es bueno, ¡ojo!, sé que es algo desgarrante, terrible, pero no es lo mismo un embrión de dos días, que un feto de ocho meses. Si afirmáramos que esto es falso, debería estar prohibido prevenir la concepción con el espiral ya que se supone que es abortivo. ¿A vos te parece mal, usarlo?
—No, de ninguna manera —contestó la muchachita asimilando cada una de las palabras del médico—, al contrario, me parece que debería fomentarse el uso. Se evitarían situaciones horribles como la que me ha tocado vivir.
—Bueno, entonces el argumento de la vida es relativo en la práctica. En teoría, podemos estar de acuerdo, siempre es vida que se aniquila. Pero la realidad indica que hay que diferenciar según el desarrollo del feto. Un cura se opondría con argumentos religiosos, predicaría que la vida proviene de Dios y que sólo Él puede quitarla, aseguraría ser el depositario de la Unica Verdad, ya que El Padre se la ha confiado. Equipararía moral a religión, lo que constituye un gravísimo error, pues son conceptos totalmente independientes. Puede haber ateos, de hecho los hubo, que fueron ejemplo de moralidad. Bertrand Russell es el mejor que recuerdo... Esto nos indica que los principios típicos del catolicismo, por ejemplo, no necesariamente tienen que coincidir con los nuestros. Por otra parte, la noción de vida, está actualmente desmesuradamente extendida. Vida tiene cada una de nuestras células.
—No entiendo eso —replicó Mabel.
—Es bastante simple aunque no lo parezca, está demostrado que por sistemas de clonación, puede fabricarse un nuevo ser utilizando, por ejemplo, un trozo de piel. Esto significa que el hecho de dar sangre permite la gestación de innumerables sujetos como el dador. Un premio Nobel francés siempre comentaba cuál era su más temida obsesión: encontrarse en el Metro de Nueva York con cinco Einstein esperando el tren. Esto es perfectamente posible. Ahora bien, si cada célula contiene un código genético íntegro, si tiene la facultad de duplicar un ser humano, ¿no significa que tiene vida? ¿Puede negarse esto? Sin embargo, nadie se preocupa por donar su sangre, o por desperdiciar espermatozoides. La Iglesia no aprueba la masturbación, pero no la considera un crimen de gravedad como al aborto.
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor ![]() | |
Fecha de publicación | Diciembre 2000 |
Colección ![]() | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-31 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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