https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
30/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 29

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande
MAR DEL PLATA
Domingo, 17 de septiembre de 1989

—¡Qué linda pancita!, este chico sí que traerá un pan bajo el brazo, ¿no te parece, Juanita?

Esteban Álvez bromeaba con Juana Artigas; su embarazo avanzaba, ya era de cuatro meses.

—No te rías tanto Esteban, estamos caminando sobre terreno resbaladizo. A veces me da mucho miedo; si nos saliera mal esta aventura, sería terrible.

—¿Por qué nos va a salir mal?, no seas pesimista, Juani. Todo andará perfecto, está cuidadosamente planeado, hasta el último detalle. Vos misma dijiste que mi plan era genial, ¿cambiaste de opinión?

—No, querido, por eso estoy bastante tranquila. Pero en muchas ocasiones me asalta el temor, no lo puedo evitar.

—Olvidate de esas tonterías, mirá qué bien está creciendo tu bebé, lo que tanto esperabas pronto será una realidad.

—¿Vos estás seguro de que Burán pagará, Esteban?, no lo veo tan sencillo. Por si acaso no te hagas demasiadas ilusiones, lo conozco, es un luchador.

—Sí, no te lo discuto Juani, pero para luchar hay que tener armas. Él carece de ellas, las poseemos todas nosotros. Desde el punto de vista jurídico está muerto, no pienses en lo que hicimos, hacé de cuenta que te acostaste con él cuando lo fuiste a visitar. Ese detalle solamente vos podrías conocerlo, no tiene escape, ¿qué podría decir? Lo peor que nos puede pasar es que no acepte abonar una compensación inmediata. En ese caso, no se salvará de pagarle alimentos al chico, no es despreciable ese resultado. Además, con un poco de suerte, puede tener un accidente o una enfermedad y morirse. En ese caso, tu pequeño no tendría otro remedio que heredar su fortuna. Qué lamentable sería, ¿no?

—Me imagino que lo dirás en broma, ¿no es así, Esteban? No me digas esas barbaridades, nunca hablamos de la muerte de Roberto.

—¿No?, entonces me olvidé... Pero no te preocupes, no vamos a hacer nada, por ahora, claro.

—¿Qué querés decir?, me asustás Esteban. Aclarámelo todo, ¡ya!

—Calma, pichoncita, no va a pasar nada, es sólo que tu amiguito Burán va a tener que cuidarse. Es mejor que colabore, que nos allane el camino, que no se ponga difícil. Me imagino que no será ningún estúpido, supondrá lo que le puede suceder si no cede.

—Esto es muy grave, no lo habíamos tratado; jamás pasó por mi mente una cosa así, no estoy de acuerdo, además eso es peligroso. ¿Vos te creés que Roberto se chupará el dedo, que permanecerá sin hacer nada?

—Sé lo que puede hacer desde el punto de vista legal, que es casi nada. Otra cosa no me preocupa demasiado; no creo que se atreva a agredirnos de hecho. De todos modos estoy preparado para defenderme, he sacado permiso para portar una pistola y sé cómo usarla. Lo mejor que puede hacer Burán es cuidarse mucho.

—Pero si muere Roberto, ¿cómo demostrarías que es el padre de mi futuro hijo?

—En la actualidad no hay problema alguno; legalmente es factible y científicamente también. Puede probarse la filiación aun después de la muerte del padre. Simplemente deberemos tomar la precaución de solicitarle a un juez que se extraiga una muestra orgánica del cadáver. Luego, la prueba biológica es absolutamente realizable; es más, podemos tener la certeza del resultado.

—¿Pero vos realmente pensás eliminarlo?, no lo puedo creer, esto es demasiado, Esteban. Por favor, no me lo mencionés nunca más.

—No te cargues las pilas, Juani, despreocupate que yo sé lo que hago, no cometeré idioteces. No tengo intención de dañar a este infeliz, a menos que resultara estrictamente necesario.

—Mirá, Esteban, no me quiero enterar de nada, ni me lo comentés, por favor. Es horrible, me engañaste, no me dijiste que podrías hacer una cosa así.

—Si te lo hubiera dicho, ¿qué habrías hecho?, ¿no me habrías apoyado igual?, ¿habrías sido capaz de dejarme a merced de los usureros? Creo que te conozco, me habrías ayudado de todas maneras. La vida es así, querida, una lucha por la supervivencia; si este maldito Burán no me hubiera destruido económicamente, ahora no estaría acosado por nosotros. Él se lo buscó por ser tan pedante e inflexible. Me las pagará, te lo aseguro. No me gusta la idea de tener que limpiar a un ser humano, pero a vos te lo puedo confesar, lo haré si es necesario. He invertido dinero, tiempo y esfuerzo en esta empresa, no me permitiré fracasar.

—¿Cuándo comenzaremos la ofensiva?, ¿lo tenés decidido?

—Todo está previsto, querida, vas a ir a ver al doctor Allegri, fingiendo que sos una dama burlada. Él no se tiene por qué enterar de la verdad, aunque tenga sospechas. Cuando falte poco para el parto, intimaremos a Burán para que reconozca que el chico que está por nacer es suyo. En ese momento negociaremos intensamente; si no hay arreglo, promoveremos demanda. Según la información que he acopiado, la tenemos que ganar seguro. Esto será un buen negocio, ya lo verás. Tenemos que ser fuertes, no vacilar...

—No es tan fácil, Esteban, menos cuando se habla de matar a un hombre...

—Es matar o morir, pichoncita, ¿quién le va a pagar a los prestamistas?, ¿vos? No, querida, él tuvo la culpa de mi ruina, o casi toda. Tendrá que aportar soluciones con su dinero. Si me arrepiento, estará perdido, ¿está claro?, ¿te das cuenta de que está en juego mi propia seguridad?

—Como siempre terminás convenciéndome; sos un desgraciado. Pobre chico, qué mundo le espera...

—No lo compadezcas, Juani, su porvenir está asegurado. Él no tendrá problemas gracias a nosotros. No te olvides tampoco de esto, no es justo que prives a tu futuro hijo de la fortuna de Burán. ¿Estás conmigo?

—Vos ya lo sabés, Esteban —contestó Juana Artigas, siempre te seguiré.

30/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónDiciembre 2000
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-30
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)