Apocalíptico, nos recuerda lo terriblemente incorregibles que somos como raza. La maldad, en su variante de codicia, viaja a una velocidad superior a la esperada por el más perverso y malvado de los dioses; acaso el propio Demonio. El hombre, en su exceso de audacia, ha sido capaz de todo, incluso, de engañar a Lucifer. Éste es el segundo relato breve que leo de Juan Carlos Muñoz, y simplemente me atrevo a decir que es literatura de la mejor.
Conciso, suficiente, estricto en su planteamiento y en su inesperado, pero exacto y lógico, desenlace. En la línea de Monterroso, Muñoz interpreta el ritmo y la cadencia del relato, con la categoría del escritor de fuste. ¡Felicidades!
Juan Carlos goza del delicado vicio de los poetas, "la ironía" como flecha literaria en múltiples aspectos: creatividad, composición, ilustración. Principios todos de genialidad.
Me encantaron los relatos; breves, concisos, exactos en las palabras utilizadas; un gran ingenio para desarrollar y resolver el tema.
Éste, como otros de los textos de Juan Carlos, reflejan con irónico sarcasmo nuestras peores realidades las que creemos, finalmente, cualidades.
Conozco la obra de Juan Carlos Muñoz desde sus primeros libros de poesía y descubro con placer que la prosa no le es esquiva. Aunque siempre se puede crecer y mejorar, entiendo que J.C.M. ha logrado manejar con soltura las técnicas narrativas y en este cuento breve se expresa con absoluta solvencia. Felicito a Badosa por incluirlo entre sus autores y esperamos más producción de él.