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Hay una antigua ciudad cuyo origen es un asentamiento celta en el siglo IV aC. Una loma rocosa en donde el río Danubio se une al río Sava. Era un punto estratégico para vigilar el paso del norte al sur de los Balcanes, y de Asia hacia Europa. Los romanos la bautizaron Singidunum, y allí levantaron, sobre los viejos pilotes celtas, el castrum, antecesor de la fortaleza bizantina y más tarde de la turca, que protegía el campamento en sus viajes de conquista; les pertenecía como provincia romana. Allí se reponían hombres y bestias. Hasta que en el siglo V desapareció con el paso de Atila. Luego la ocuparon los godos, oleadas de sármatas, ostrogodos, cada uno incendiando las construcciones anteriores para borrar vestigios de sus ocupantes y levantar un nuevo asiento. Hasta que en el siglo VI los ávaros tomaron la ciudad: también la destruyeron, y con el fuego desaparecieron las termas y los baños romanos.
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