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«La historia universal cuenta con célebres perversos según cual sea la categoría de la perversidad. Así, el sádico por excelencia con fama no opacada ha sido Jack “el destripador”. Encabeza una lista de monstruos famosos que llevaron a la realidad extrema el gozar con el dolor ajeno. Puede colocarse en esa galería, y con justo mérito también, al Sr. Vacher, violador francés que vejó y ultimó a dieciocho víctimas de ambos sexos. O el italiano Verzeni, autor de seis perfectos crímenes sádicos. O por último, a quien fuera el inspirador del Barbazul, el famoso Mariscal francés Gilles de Retz, matador de centenares de niños. Tamaños personajes suelen ser catalogados como sádicos, perversión en la cual el placer sexual es provocado mediante el sufrimiento que se produce a otra persona. Los citados son ejemplos del llamado “gran sadismo”, descontrol del sadismo simbólico que, como vimos, suele desembocar en crímenes espeluznantes.» (Nerio Rojas, Medicina legal, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 6ª edición, pág. 196.)
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