https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
10/87
AnteriorÍndiceSiguiente

Fecundación fraudulenta

Episodio 9

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande

Álvez restó importancia voluntariamente a la confesión de Juanita, intentó minimizarla diciendo:

—Querida, no nos detengamos en los detalles, no seamos tan emocionales. Este tipo es sano, inteligente, no mal parecido. Tu hijo va a estar forrado de billetes, ¿qué más podés pretender? Nosotros estaríamos unidos, trabajaríamos juntos compartiendo este secreto. Sería lindo, ¿no te parece?

—Explicame, Esteban. Te dije que Roberto no dejaría que yo me acerque a él, que me odia; sin embargo vos seguís insistiendo en que me embarazará. No comprendo por qué estás tan seguro, aclarámelo por favor.

—Es fácil, chiquita, no será necesario que te acuestes con él. Si bien lo ideal sería que lo hicieras aunque fuera sólo una vez. Vos quedate tranquila, tengo todo estudiado, sé que Burán no se acuesta con cualquier mujer, no te preocupes, igual caerá, ya lo verás...

—¿Sí?, ¿cómo?

—Muy simple, querida, inseminación artificial.

La respuesta paralizó a Juanita que no la esperaba, aunque le pareció conveniente, porque le evitaría tener contacto sexual con Burán.

—¿Pero cómo lo harás? —dijo ella.

—Te lo contaré todo, solamente vos lo sabrás. Te fecundaré artificialmente con semen de Burán; luego se lo haremos saber, amenazándolo con reclamarle derechos filiatorios, especialmente alimentos, a menos que te indemnice. No es complejo, ¿verdad?; si se pone muy pesado, le comunicaré que puedo inseminar a varias mujeres más, tendré esperma suficiente.

—Entonces, ¿yo le reclamaría en representación de mi hijo?

—Sí, nuestro pichoncito tiene plata de sobra, no debe ser egoísta...

—¿Es cierto que inyectarías sus espermatozoides en otras mujeres?

—En principio, no, Juani: creo que lo óptimo es concentrar la energía en vos, meter a otras personas en esto le quitaría seriedad al reclamo, restándole credibilidad. En cambio de este modo sería irreprochable, no tendría salida, ¿qué te parece?

—Lo presentás demasiado sencillo —dijo ella—, no adivino cómo lo harás caer, reconocés que no es fácil de seducir, que me tiene aversión, ¿entonces?

—No te aflijas por eso, sé que es un tipo raro, que no se encama con cualquiera así nomás, ¿tendrá miedo de pescarse una sífilis o un sida? La verdad es que este sujeto me desconcierta. Por estas circunstancias he descartado que llegue a tener relaciones con vos, creo que será casi imposible. Pienso usar a otra mujer para «recolectar» el semen de Burán.

—Temo, querido, que será difícil engañarlo.

—¡Eso es lo que vos crees, Juani!, voy a usar un señuelo irresistible, se llama Alicia, la tendrías que conocer. Es una cosa de locos...

Juanita lo miró, haciendo un gesto de reproche:

—Ya veo, no entiendo entonces para qué me necesitás, ¿por qué no te asociás a la famosa Alicia?, seguro que ya te la llevaste a la cama.

—Pude hacerlo, ella no tenía escape, pero le di prioridad al negocio. Es demasiado lo que está en juego. Pensá que, si todo sale bien, nuestras vidas cambiarán por completo. Recordá, mi amor, que de los seis o siete millones de dólares que tiene Burán, nos puede quedar uno. ¿Te imaginás lo que podemos hacer con tantos verdes? Te aseguro que nuestra víctima no tendrá escapatoria, tendrá que ponerse. Alicia Sandrelli está «atrapada», no tiene opción: si no se acuesta con Burán, no le haré un aborto de tres meses a su hermanita de trece años, ¿te imaginás? La tengo en mis manos, no tiene salida; por si acaso le hice firmar una carta que la compromete, por si piensa en traicionarme... Ya le dije que, si se le ocurre algo raro, se la mostraré a su padre que tuvo tres infartos y que no soportaría uno más.

—Sos tremendo, no quisiera estar en el lugar de ella.

—No exageres, no es para tanto; después de todo solamente tendrá que encamarse una vez, no es tan grande el sacrificio, ¿no te parece? Le dirá a Burán que use preservativo, para evitar un embarazo, obviamente él no podrá negarse. Lo demás es enormemente sencillo: guarda el semen y me lo entrega. Lo pondré en la heladera y tendré en mi poder espermatozoides millonarios, ¿qué te parece?

—Muy impactante, Esteban, ¿estás seguro de que no iremos presos?

—¿Por qué, Juani?, ¿cómo se podría comprobar nuestra maniobra? Tengo todo minuciosamente calculado: vos frecuentarás a Burán con cualquier excusa, invocarás razones de negocios o de beneficencia, lo que sea. Crearemos la apariencia de que hay entre ustedes una relación sentimental. Lo ideal sería que te pudieras acostar con Burán aunque fuera solamente una vez. Si lo lograras, él mismo pensaría que su paternidad es natural. Por el contrario, si sabe que es imposible que pueda ser el padre, se resistirá furiosamente.

—Tendré que estar constantemente simulando...

—Sí, deberás fingir públicamente que tenés intimidad con Burán; los que presencien tu demostración nos servirán como testigos. Cuando salgas de su oficina, por ejemplo, te podrías desacomodar la ropa para despertar sospechas, ¿te parece bien? Nuestro abogadito no podrá escaparse; por si fuera poco, podremos probar que realmente es el papá de tu hijo.

—¿Estás plenamente seguro, querido?

—Sí, hoy existen pruebas científicas infalibles. Comparando los datos genéticos, se puede determinar exactamente la filiación de una persona. No te creas que soy un improvisado: vengo estudiando el tema desde hace seis meses, precisamente desde que murió el padre de nuestra víctima. Voy a destruir a ese cuervo, me las va a pagar, gozaré al gastar su dinero...

—No te agrandes tanto Esteban, tené cuidado que Roberto es un buen abogado, no se rendirá dócilmente, luchará como un león.

—Pero no tendrá mucha chance, vas a ver. Te asistirá un abogado capacitado en estos temas, ya lo tengo elegido, el doctor Sebastián Allegri. No le dirás la verdad aunque la sospeche: él debe creer que está defendiendo a una mujer burlada que realmente intimó con Burán. Nuestra relación debe permanecer oculta, ahora más que nunca, es fundamental que así sea. De este modo podré servirte como testigo, decir que viniste con Roberto a mi consultorio, que él reconoció ser el padre de tu hijo en gestación.

—Me da miedo la reacción de Roberto —dijo ella—, vos no lo conocés, no creo que transija.

—Mirá, chiquita, la parte jurídica la manejo bien, te aclaro que hice la consulta con un estudio especializado de Buenos Aires, dando un nombre supuesto, claro. Dije que estaba viviendo un caso idéntico al que vamos a generar, pedí que me estudiaran todas las posibilidades legales. No te imaginás lo laberíntico que es el asunto, armaremos un buen lío. Quedate tranquila, tengo cubiertos todos los aspectos, inclusive el penal. Creo que el riesgo es mínimo, casi inexistente. Y de última, ¿no vale la pena correrlo? Hay que tener coraje, Juanita, esto no es para cardíacos ni para pusilánimes.

—No sólo coraje, Esteban, también inteligencia.

—Vos dudás de mí —dijo Álvez—, pensás que no soy capaz de organizar este asunto. Quedate tranquila, te repito que estoy asesorado, conozco la parte jurídica, la técnica de inseminación. Lo único que tengo que hacer para asegurarme es buscar una cómplice confiable: sos la única posible para mí. Además, quiero que salgas de pobre, compartir los beneficios con vos.

—¿Y Alicia?, ¿cómo podés estar seguro de que no te va a denunciar, o declarar en contra de vos?; no te rías que no es gracioso.

—Bien, Juani, el único punto flojo de nuestro plan podría ser ése, sin embargo no creo que tengamos motivos para preocuparnos. Pensá un poco: ella nada va a saber sobre nuestros propósitos, le dije que necesito el semen para analizarlo, que una paciente moribunda, para satisfacer su curiosidad, desea saber si su hijo es de Roberto Burán o de su fallecido esposo. Ella creerá que no perjudica a nadie, no puede negarse a colaborar.

—Espero que te lo haya creído, las mujeres no somos tan estúpidas como vos suponés.

—Ella tendrá que creerlo, Juanita, no tiene otra alternativa, aun cuando supiera la verdad, ¿qué podría hacer?, ¿te parece que lo confesaría? ¿No sería como declararse cómplice nuestra?, ¿quién creería que no lo hizo por interés? Como si esto fuera poco, tendría además que confesar lo del aborto, involucrar a la hermana, amargar al viejo que está por morirse. Es demasiado complicado para Alicia, no creo que pueda suceder.

—Y después de que cumpla su misión, ¿qué hará? —dijo Juana Artigas.

—Tiene estrictas instrucciones mías, deberá desaparecer de inmediato.

—¿No tenés miedo de que no te haga caso?

—Supongo que me obecederá: no creo que esta chica sea una cazafortunas; más bien parece una inocente idealista, conveniente para nuestros planes.

—Mirá, Esteban, las mujeres actúan de modo impredecible, espero que no te equivoques...

—Igualmente no pasaría nada, Juanita, en última instancia si ella decidiera traicionarme, ¿quién la creería? Una mujer que se acostó con la presunta víctima, ¿qué valor puede tener como testigo?, te aseguro que ninguno. Quedate totalmente tranquila, no olvides que además tengo la carta. Nuestra posición es perfecta, podremos demostrar la vieja amistad con Burán, que en el momento de la concepción lo frecuentabas y, lo que es esencial, que desde el punto de vista genético, el bebé le pertenece. Te repito, no te preocupes. Eso sí, preparate a pelear sin dar concesiones; pensá que usarás toda esa plata en beneficio de tu hijo, y de tu cariñoso amante. ¿Estás conmigo?, ¿sí?

Juana Artigas pareció dudar, pero luego se arrojó en sus brazos diciendo:

—Llevame a tu cuarto, por favor, querido...

10/87
AnteriorÍndiceSiguiente
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónOctubre 2000
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-10
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)